Hasta hace muy poco se había asumido que Méndez Núñez era un estercolero de jueves a sábado y pronunciarse contra ello, algo retrógrado
26 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Resultó toda una sorpresa pasear por Méndez Núñez y toparse con la estatua de John Lennon rodeada por un precinto. ¿Se debía quizá la medida al temporal? No. Pronto se aclaró el misterio. Mirando al suelo se podía ver, formada por flores, la caja de una guitarra. En el dorso, el mástil de la misma. La protección persigue que la gente no dañe el instrumento vegetal, mientras se asienta. Lo lógico es que desaparezca en las próximas semanas para dar esplendor a un monumento querido en la ciudad.
Ahora bien, ¿cuánto durará? Después de años soportando la cochambre del botellón en el jardín, con sus kilos de basura y rosario de desperfectos, muchos tenemos un resorte automático en la mente cuando contemplamos cualquier atisbo de belleza en ese espacio, tan maltratado hasta anteayer. Todo el esfuerzo que se hacía para mejorarlo, quedaba neutralizado el fin de semana por un combinado de acción botellonera e inacción política. Eso permanece ahí, en la mente.
Cuando, por ejemplo, la fotógrafa Carmen Martínez cuelga una imagen en su Twitter del precioso ombú salta el chivato. Surge el recuerdo de aquella vergonzosa malla que se le colocaba para que no lo destrozaran a navajazos, mientras servía de urinario público.
Cuando llevas a los niños con las bicis y se recrean en el reloj floral, piensas automáticamente en las agujas retorcidas y los cristales rotos. Cuando, en definitiva, lo bonito se presenta ante ti ahí recuerdas que en esta ciudad hasta hace muy poco se había asumido que Méndez Núñez era un estercolero de jueves a sábado y pronunciarse contra ello, algo retrógrado. Por eso, cuando ves a Lennon sobre su nueva guitarra floral, temes que todo se destroce.