Fue en ese cine, ¿te acuerdas?

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

DIEGO VILLAR

Cuando decidimos casarnos, había algo de justicia poética en elegir el Registro Civil y no María Pita

13 ene 2021 . Actualizado a las 09:21 h.

En un coche por las calles de París, Celine estalla recordando amores pasados, contradicciones propias y ajenas sobre el compromiso, las relaciones, el matrimonio. Corría el 2004 y ante la atónita mirada de Jesse, ella deja salir una oleada de quejas que, a mis 26 años, estaban muy lejos de aquella tarde en los Equitativa. Habíamos cogido el coche desde Ferrol para ver Antes del atardecer, la segunda parte de la maravillosa trilogía de Richard Linklater. La primera la vimos en la sala de estar de mi amiga Eva mil años antes. La tercera caería en solitario, muchos años después, en una plataforma digital. Si los Equitativa siguiesen activos, tal vez habríamos visto en una de sus pantallas a Jesse y Celine discutiendo de nuevo sobre las relaciones, el matrimonio, los hijos, el sexo, la vida, ahora en Grecia como antes lo habían hecho en Viena y París. Pero los cines ya habían cerrado cuando Linklater cerró su trilogía en una mesita junto al Egeo.

Así que cuando decidimos casarnos, había algo de justicia poética en elegir el Registro Civil y no María Pita. Que consientas tras la lectura de dos artículos del Código Civil no es nada romántico. Improvisar una boda en medio de una baja maternal, guiándote simplemente por las fechas disponibles, tampoco. Pero allí estábamos, en una gélida mañana de 12 de enero, en el mismo espacio donde 14 años antes había contenido la respiración al entender que Jesse iba a perder el avión. No sonó Nina Simone cuando nos casamos. Ni siquiera he conseguido que la parte contratante vea la trilogía. Era un viernes, solo éramos una docena, solo nos tomamos un café, no estrenábamos ropa, nos pelamos de frío. Pero nos casamos en un cine. En aquel cine, precisamente. ¿Quién necesita más?

EDUARDO pérez