La clase obrera se crece en las calles en el Día del Trabajo

M. CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La precariedad y la pérdida de derechos fortalecen el Primero de Mayo

02 may 2018 . Actualizado a las 11:26 h.

Con vivas cerrados a la clase obrera remataron ayer dos de las tres manifestaciones convocadas por los sindicatos para celebrar el Primero de Mayo. No hubo cambios en la organización y la jornada siguió el patrón clásico de los últimos años, con UGT y CC. OO. reuniendo a los suyos en A Palloza, la CIG haciendo lo propio en la plaza de Vigo, y CGT y CUT convocando en la plaza de Pontevedra, y a partir de ahí, cada mochuelo a su olivo. Dicen que todos los años cuando los últimos de la columna nacionalista enfilan la recta de Méndez Núñez, alguien llama a los sindicatos estatales de la Palloza para decirles que salgan ya, que la delantera que les llevan es suficiente para que las marchas no se confundan. Y así debió de ocurrir ayer, en cumplimiento de un protocolo no escrito que convierte el Día Internacional de los Trabajadores en un mediodía clásico y previsible que en esta edición, sin embargo, dejó algunas novedades.

No hubo sorpresas en la abultada diferencia de cálculo de los asistentes, siempre en función de los intereses de quien hace los números. La policía disimuló algo la toma de las calles y contó 2.300 personas con CC. OO. y UGT, 1.300 con la CIG y 300 con CGT y CUT. Los sindicatos no compitieron, pero desde la concentración más nutrida se habló de 8.000 manifestantes, «7.000 seguros». Tampoco el ideario renunció a reivindicar los derechos y las demandas históricas de empleo digno, subidas salariales y garantías de protección social que «nos han traído hasta aquí», explicaba Cristina P., embarazada de nueve meses (es niña) y madre de un niño de 3 años. «Vamos a menos. En mi empresa se ha producido un retroceso clarísimo. Compañeros que te preguntan si vas a coger una baja, un ambiente general de intentar no protestar, porque lo va a hacer otro, el asunto de las horas extras...», detalla esta trabajadora de Educación.

Lo nuevo ayer vino de la contundencia con que se dejaron ver las denuncias de quiebras sociales como la mengua de las pensiones o la violencia machista, que en los últimos meses desencadenaron movimientos masivos sin precedentes en las calles, o de «los atentados á liberdade e o empobrecemento da democracia» que el veterano Xosé Carrillo (UGT) observó en condenas judiciales, abusos de la prisión preventiva y comentarios en la Red.

«¡Folga xeral xa!», defendió Maica Piñeiro, trabajadora de una mercería, ante la «insoportable situación á que nos abocou este Goberno. Queren acabar con nós».

Algunos notaron menos gente que el año pasado y la policía lo desmintió con sus números. «Houbo moita xente que quedou desmobilizada estes anos atrás e claramente están volvendo -advirtió Luis Castro-. Tamén boa falta nos fan».