El ZYX, el pub en el que empezó todo

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

EL BATERÍA DE lOS ESKIZOS LUIS  JARRI  GARRIDO, EL PINTOR BRANDA Y EL DJ DEL ZYX MAX CON DOS AMIGAS EN LA BARRA DEL ZYX EN 1992
EL BATERÍA DE lOS ESKIZOS LUIS JARRI GARRIDO, EL PINTOR BRANDA Y EL DJ DEL ZYX MAX CON DOS AMIGAS EN LA BARRA DEL ZYX EN 1992

13 abr 2018 . Actualizado a las 16:42 h.

El ZYX abría a las 20.30 horas. La camarera subía la persiana. Pañuelo granate atado en el cuello, de lado. Pantalones verdes de campana. Media melena. Era Chus con esas pintazas tan guays que llevaba siempre. La pandilla de dieciseisañeros que esperaban sentados en la puerta se quedaba muda. Todos fantaseaban con tener una novia así. Antes discutían vehementemente sobre si un grupo como The Hollies era mod o no por ser beat. El que los excluía también iba impecable, más tipo Londres 66 que el San Francisco 68 en el que parecía inspirarse ella. El chico de pantalones hipsters negros y cazadora blanca Levi’s ceñidísima se llamaba Xoel. Muchos años después montaría un grupo llamado Deluxe. Lo conocen, ¿verdad?

Aquel pub anómalo funcionaba en el número 37 de la actual calle del Socorro, frente al pasadizo del Orzán. Fuera de allí el calendario marcaba 1992, vale. Dentro, todo se diluía. Traspasar aquella puerta suponía viajar en una máquina del tiempo. Los pinchas del local sabían mucho de música. Instruyeron a toda una generación de chavales inquietos, que no encontraban acomodo en Pachá. Tampoco en el Raro’s, que quedaba enfrente. David Braña y Max eran los más jóvenes. Juan Ramón, un poco más mayor. Desde su cabina, situada en lo alto, ponían a la Velvet, The Crawdaddys, los John’s Children, The Cynics, MC5, Sex Museum y David Bowie. La arácnida electricidad de Ziggy Stardust jamás sonó mejor en la ciudad que allí.

El ZYX emulaba a un barco. Lo habían decorado con anclas, ojos de buey y tuberías repartidas por las diferentes alturas del local. En sus mesas se podía ver a la flor y nata de esa ciudad musical que empezaba a mirar al pasado con devoción. Andaban por allí siempre Los Eskizos. También los integrantes de un joven grupo llamado Los Comanches, que luego derivó en Las Mandrágoras. También pandillas de mods que se encendían cuando sonaba The Who y se apagaban en cuanto le soltaban una de Deep Purple.

En aquel local reinaba un libérrimo ambiente de vive y deja vivir. Desafiaba muchos de los códigos morales que un adolescente de la época llevaba de serie. En cierto modo, daba la sensación de que se estaban experimentado a lo coruñés esas cosas que habíamos leído que ocurrían la Factory de Nueva York o el Marquee de Londres. Los mayores enseñaban a los pequeños. «Hey, que el Quadrophenia de los Who no es mod. El que tiene los temas mods es este», advertía David a los chavales de la puerta mostrando la banda sonora del filme. Estos tomaban nota, compartiendo una Bass, fumando un Gauloises y colocándose el flequillo. Daba igual que Nirvana le pusiera sonido a la Generación X. Aquellos chicos no querían saber nada de ello. En el retromaníaco ZYX se encontraban mejor que en ningún lado.