Mejores prácticas, becas más justas

La Voz

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

La dureza de la formación y los fallos del sistema no empañan el optimismo general

22 oct 2017 . Actualizado a las 22:45 h.

Un grupo de estudiantes de una docena de titulaciones pasan frío un miércoles por la noche en un lugar desierto del campus de Elviña, al lado de la biblioteca Xoana Capdevielle, ya cerrada. Nadie se mueve después de la foto. El compromiso de los alumnos de la UDC que elogió la vicerrectora es rocoso. Los veinte jóvenes, críticos, reflexivos y atentos, van construyendo el relato de una universidad en la que observan faltas importantes, pero de la que saldrán, sostiene la mayoría, bien formados, más independientes y conscientes ya ahora de la trascendencia vital de esta etapa. «Na universidade saes da zona de confort e medras como persoa», dice María Peiteado, alumna del Mestrado en Dirección e Administración de Empresas (Mudae). Entre líneas de autobús, becas, prácticas en empresas o falta de certificaciones para acceder al mercado laboral discurre la conversación.

El mundo ahí fuera

Prácticas y trabajos. «Saír do paso por méritos propios», apunta Antonio Varela (Enxeñería de Obras Públicas), en su demanda de acreditaciones parciales para poder trabajar de forma regulada a fin de afrontar los gastos de la carrera sin depender de becas. David Pérez (Socioloxía) también reclama certificados de uso de programas relacionados con la estadística de datos. Miguel Mahía (Náutica) pide convenios «máis ambiciosos coas empresas». Hay quien no echa en falta más relación con el entorno laboral, como Lucía Cernadas (Galego-Portugués e Inglés): «Debemos ter unha visión global e crítica e non ser só un produto deseñado para o mercado»; y quien, como Nerea Caamaño (Derecho), lamenta que las prácticas se reduzcan a un mes escaso, o que «as condicións laborais das prácticas sexan tan precarias que hai máis demanda que alumnos», advierte Aldara González (Arquitectura Técnica y Empresariales).

BECAS

Escasas, tardías e injustas. «Estudar é un dereito e unha sorte», proclama María Peiteado. Varios estudiantes conocen a otros que no pudieron ir a la universidad o tuvieron que abandonarla por falta de medios. Las becas nunca fueron suficientes, ahora menos, llegan tarde (las del MEC, en febrero) y no se libran de la injusticia. Alumnos realmente necesitados pierden becas por décimas de diferencia en su rendimiento, mientras otros las mantienen ocultando ingresos, advierten algunos.

El campus de Oza

Aislados. «Estamos olvidados», afirma Miguel Soro (Fisioterapia). «Pedimos igualdad de servicios de autobuses, horarios de reprografía, aparcamiento, oficina bancaria», remarca Alejandro Merino (Terapia Ocupacional). La intendencia de Oza contrasta con la calidad formativa. «En mi facultad las prácticas en empresa son constantes desde el minuto cero», afirma Andrea Corbelle. «En Fisioterapia los profesores tienen un nivel altísimo, espero que perdure, yo me siento un privilegiado», afirma Soro.

El pensamiento crítico, la gran adquisición

«Na universidade empezas a aprender o que realmente che interesa», apunta Charlene Harriswangler, estudiante de Química. «O desenvolvemento do pensamento crítico», según Ignacio Delgado (doble grado de Bioloxía y Química), es una de las grandes adquisiciones de la etapa, también para sus compañeros. La opinión mayoritaria es bondadosa con la universidad. Las diferencias de calidad docente, la falta de coordinación entre materias, los métodos de aprendizaje, no tan prácticos como les gustaría en las titulaciones menos técnicas, no enturbian la sensación de que las cosas funcionan razonablemente bien. Este es el mensaje que le dejan a Alba Piñeiro, recién llegada a la UDC para estudiar Educación Infantil, que se forme, se asocie, salga, participe, conozca, viaje, que «sobre todo lo aproveche todo».