El arte de sacar sonido a la madera

alba deus, f.e. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Andrés Paredes lleva 14 años perfeccionando su trabajo como lutier

08 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Andrés Paredes construyó su primera guitarra con 16 años, «en la Venezuela de las siete estrellas», dice, para una función del colegio. Construyó su primera guitarra para hacerla pedazos en un escenario del salón de actos, y hoy crea pieza a pieza pequeñas maravillas para músicos de todas partes del mundo. «Tengo clientes de Japón, Inglaterra, Estados Unidos y Suiza», dice el arista. Todo tipo de pedidos llegan a su mostrador, pero él asegura que «los músicos en España son muy especiales», y ríe.

Paredes es lutier y mecánico industrial, todas y cada una de las piezas que acaban en sus guitarras y bajos eléctricos han sido manufacturados por él. Hasta las máquinas de su taller han nacido de su cabeza, para un propósito específico, «yo aplico precisión a la guitarra», dice el lutier. Catorce años en la profesión dan para acumular un sinfín de trucos y secretos que le permiten llevar a cabo hazañas como replicar la guitarra de Neil Young o construir una que tenga 13 diferentes dentro de ella.

El primer paso en la creación de una guitarra es tallar la madera que conformará el cuerpo y que previamente ha estado en una sala de secado. «Para el estado ideal de la madera tiene que secar durante 20 años, pero una pieza aceptable puede conseguirse en 8», sostiene el artesano. Pero no todas las maderas son aptas, o idóneas, por ejemplo las caobas africanas tienen peor calidad que las de Honduras, no depende del tipo de árbol, «una buena madera debe ser resonante y resistente sea del árbol que sea», expone Paredes. A continuación se trabaja el mástil, que debe estar compuesto por una mezcla de maderas, «lo hace más resistente», observa el lutier. Para saber si una tabla es válida, «cuando un lutier escoge una madera para una guitarra, la oye. En el tercer traste es dónde mejor podemos apreciar su sonido», dice Paredes. Si tras tallar la madera se descubren vetas manchadas, esa pieza no vale. En muchos casos es un proceso natural, como una inundación que deja marca en el tronco. Algunos se aprovechan para guitarras de menor calidad. «Una mancha no significa que esa guitarra vaya a sonar peor, sencillamente es menos estético, pero a efectos de sonido, está perfecta», explica el lutier

De pasatiempo a profesión

«Al principio clonaba muchas cosas, después, fui empezando a trabajar para amigos y conocidos, muchas veces ni cobraba», afirma. Poco a poco, fue haciendo profesión, «yo trabajaba para Chevrolet como matricero, en Caracas, lo de lutier era más un hobby», dice Paredes. Después vino a Galicia, sus padres son naturales de Negreira, en Santiago instaló un primer taller y ahora lleva cuatro años en A Coruña bajo el rótulo de Ap Luthier.

«La música tiene una enfermedad que se llama Gibson y Fender. Pagan 5.000 dólares por una guitarra en la que me tengo encontrado palos de helado y suelas de zapato, los utilizan para remendar errores de producción», cuenta el lutier, y añade que «en Estados Unidos se pagan hasta 7.000 dólares por una guitarra de lutier, personalizada, en España nadie está dispuesto a pagar más de 2.000» y los costes de producción no permiten mucho más margen. La guitarra eléctrica más barata que uno puede encontrarse en la tienda de Andrés Paredes es de 1.600 euros.