Y en eso llegó Rajoy

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

A CORUÑA

13 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Pablo Casado y Andrea Levy se despertaron Mariano Rajoy seguía allí. Los jóvenes cachorros le habían preparado para la conferencia política un nuevo logotipo, minimalista y en la línea Apple, según el verborreico nuevo responsable de comunicación, que acababa de denunciar una imaginaria ola de atracos y violencia inusitada en Grecia. También dispusieron un escenario guay de colorines con luces de neón y un contador molón de creación de empleo en varios idiomas. Había llegado la modernidad al PP. En el colmo de los colmos, incluso se había hablado de elegir a los dirigentes mediante el sistema de un militante un voto, eso sí, sin decir la palabra maldita, primarias. Y en eso llegó Rajoy. Impasible el ademán, repitió punto por punto su discurso: triunfalismo económico y mensaje del miedo. Cámbiese Venezuela por Grecia, que está más de actualidad. Os he salvado del rescate y del desastre heleno, somos lo más de Europa, vamos a crecer y a crear más empleo que nadie, no votéis a socialistas y populistas, que nos llevarían de cabeza al corralito y a las colas de ancianos para recoger un puñado de euros con los que pasar malamente el día. Ni un gramo de autocrítica; de la corrupción, ni pío, y primarias, no gracias. A Rajoy no le disgustan los jueguecitos de gaviotas, luces y colores de los jóvenes Casado y Levy, incluso le divierten, para eso los ha puesto ahí, pero él es un político tradicional, un hombre normal, de orden, con sentido común, que no está para caer simpático, sino que se ocupa de salvar a España. Grecia le está haciendo la campaña electoral y está convencido de que los españoles terminarán reconociendo sus méritos. Pero, como dijo su ministra de Agricultura, ojo, que las urnas son peligrosas.