Ocho reclusos están sometidos a vigilancia especial por su alta conflictividad y antecedentes
14 abr 2014 . Actualizado a las 15:03 h.Solo con pronunciar sus nombres le tiembla a uno la voz. Son ese tipo de gente de tatuajes mal pintados, de cadena al cuello y pulseras de oro en las muñecas. Matones de película con antecedentes sanguinarios. De esos tipos que trabajan a tanto la pieza: un susto tiene un precio; una pierna rota, otro. Capaces de hacerle un nudo al mazo de la baraja.
En la prisión de Teixeiro hay un asesino muy peligroso con dos siglos de condena y un libro de Borges en la mesilla de noche. También está ese otro que lo mismo mata a un hombre que fabrica una pistola en el penal. O ese que cada noche cargaba su cuchillo de alcohol y locura. O sea, sujetos peligrosos. Hay también mujeres que envenenaron a sus propios hijos o quemaron la casa. Un hombre que se hacía pasar por eurodiputado y otros que capitanearon barcos llenos de cocaína. También hay un recluso de 72 años que mató a su mujer porque le llamó cabrón. Estos que siguen son, para los funcionarios, los más célebres. Lo mejor de cada casa. A los que no les quitan ojo.
Claudio Lavazza
Este italiano de 58 años está en Teixeiro por muchas cosas. Entre otras, por asesinar a sangre fría a dos mujeres policías municipales de Córdoba, a las que abatió con una metralleta el 18 de diciembre de 1996. La sentencia, medio siglo de prisión, puso fin a una carrera delictiva interminable, labrada a lo largo de dos décadas y con numerosas causas pendientes en Italia, Francia y España. Acusado de 8 atracos más, en distintas ciudades del territorio español y condenado en Italia a cumplir una pena de 27 años y 5 meses por banda armada, asociación subversiva, coparticipación en los homicidios de un joyero y de un policía, atraco, tenencia ilícita de armas, fabricación de utensilios incendiarios, homicidio del comandante de los agentes de custodia de la cárcel de Udine (norte de Italia) durante la evasión de dos compañeros... Fue además el líder de la conocida banda de la nariz, que asaltó la oficina principal del Banco de Santander, utilizó como escudo humano al vigilante de seguridad, encañonó a una policía, a un exconcejal socialista para sustraerle su coche, atemorizó a media ciudad con una más que peligrosa conducción y propició un tiroteo al más puro estilo de la más violenta película de acción, y en el que pusieron en riesgo a decenas de ciudadanos. Hoy su comportamiento en prisión «es bueno», según fuentes penitenciarias. Consume los días y las noches en escribir y leer libros anarquistas, movimiento en el que él es uno de los más respetados.
Pasquale Locatelli
Otro italiano de postín carcelario. Pasquale Claudio Locatelli, el capo de la Camorra napolitana de 58 años y conocido como Mario de Madrid, ya era considerado hace muchísimos años como uno de los más importantes intermediarios entre los cárteles colombianos de la cocaína, traficantes de hachís de Marruecos y organizaciones delictivas europeas. Incluso era reclamado por Francia, Canadá, Grecia e Italia, país donde tiene siete condenas pendientes de cumplir. Se ha hecho a la vida en prisión y no causa problema alguno. Ni se lo causan. Es uno de los reclusos más respetados del penal. Nadie le tose en Teixeiro.
Canceliñas
Saturnino Marcos Cerezo Cancelas regresó a la cárcel recientemente tras mantener en vilo a Galicia entera tras secuestrar a un médico portugués. Dicen en prisión que no es ni mucho menos tan duro como lo pintan y su comportamiento es bueno. Este vecino de Mos, pero nacido en Verín tiene 45 años. Antes de dedicarse a los atracos, su mundo estaba en la cantería. En su nueva profesión, la de asaltante, logró tres éxitos millonarios en entidades financieras de Baiona, Soutomaior y Salvaterra, que fueron los que lo mandaron a la cárcel en el año 1997. Protagonizó entonces una histórica fuga por partida doble. Primero logró huir de los calabozos de los juzgados donde estaba retenido. Días después fue localizado en Mos, en casa de un familiar próximo a su propia vivienda. Pese a que iba armado, finalmente se entregó sin realizar disparos. El 18 de noviembre ingresó en prisión, pero tan solo una semana después protagonizó un espectacular capítulo de la historia de los sucesos en Vigo, al fugarse de la cárcel de la avenida de Madrid. Huyó en compañía de otro experto del escapismo, Alfredo Sánchez Chacón, Rambo. Los dos salieron por la puerta principal de la prisión tras simular un altercado en la cárcel y lograr salir de sus celdas. El historial delictivo de Canceliñas no ha dejado de crecer desde entonces. En junio del 2006, cuando se encontraba en régimen de tercer grado en la antigua cárcel de Vigo, se escapó y no volvió a dormir. Dos meses después fue detenido como cabecilla de una banda de atracadores. En fin, una joya.
Rubiales Puerto
Lleva media vida en prisión. Lo último que hizo fue matar a un vecino de módulo. Conocido en la cárcel como El Sevillano, este hombre lleva de manera continuada encarcelado, de prisión en prisión, desde el año 1987 por, entre otros delitos, dos homicidios, uno de ellos cometido en otro presidio. Casi siempre ha estado en primer grado, pero en mayo del 2005 le concedieron el segundo grado por buen comportamiento. Pero volvió a ser malo y se llevó por delante a otro recluso. Ahora paga por ello. Cuentan que ahora está tranquilo.
Pandoro
Manuel Martínez Quintas, de 62 años, natural de Valdecarros (Salamanca) fue un criminal. Autor de numerosos atracos, confesó en 1983 ser el autor de la muerte de dos jóvenes estudiantes zamoranos. Los chicos se habían dirigido a una isla en el río Duero con el fin de contemplar la aparición de patos en la zona. Pero se cruzó en su vida Pandoro. Les amenazó con una escopeta, obteniendo 1.100 pesetas y una cadena de plata. Más tarde maniató a los dos jóvenes y los amordazó. Ella trató de desatar sus manos y comenzó a gritar, por lo que el agresor la lanzó al río, hundiendo su cuerpo con un palo hasta que falleció por asfixia por inmersión. El chico fue estrangulado con una bufanda, y su cadáver, enterrado a unos quince centímetros de profundidad.
Martín Ruiz.
Puede que sea uno de los presos más inteligentes de todos cuantos existen en las prisiones españolas. Este legendario atracador saltó a la fama en la prisión de Dueñas, cuando fabricó una pistola dentro de la cárcel. Lo cazaron cuando ya tenía un pie en la calle tras serrar unos barrotes. No le quitan ojo de encima.
Belhadj Killeh
Los funcionarios lo califican de imprevisible, impulsivo, inestable, otras veces «taimadamente sumiso», con rasgos antisociales... Grande como un armario, Jaouad Belhadj Killeh, el gijonés de origen marroquí acusado de reventar a golpes hasta matar a un recluso en la prisión de Villabona la tarde del 9 de noviembre del 2011. Presenta el perfil de un psicópata, una auténtica bomba de relojería que ha dejado un rastro de muerte a su paso. Y es que ingresó en Villabona para cumplir seis años por homicidio, y antes de matar a su compañero de módulo, ya había agredido a otros tres reclusos. Desde el brutal incidente de hace dos años, que forzó su traslado a Galicia, ha atacado al menos a otros dos presos. Hoy está más tranquilo.
Borde Gaztelumendi, «Putxe»
Este sanguinario etarra nacido en Miralles (Vizcaya) se integró en 1978 en el comando UPO, con el que supuestamente mató a dos personas en un atentado en la autopista Bilbao-Behovia. Dos años después fue uno de los presuntos ladrones de 8.000 kilos de explosivos de un polvorín de Soto de la Marina (Cantabria). Ya en 1981, se integra en el comando Vizcaya. Ese año comete presuntamente siete atentados, en los que fallecieron tres guardias civiles, dos militares y un policía, y otras once personas sufrieron heridas. El historial facilitado por el Ministerio de Interior agrega que en 1982 mató a cuatro personas, ametrallándolas en tres bares de las localidades vizcaínas de Sestao, Barakaldo y Algorta. También mató a un policía y a su esposa embarazada.