Reflexiones de un obispo camerunés

Fernando Molezún A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

El religioso africano Barthélemy Yaouda Hourgo, que ha estado por tierras gallegas, muestra su preocupación sobre el sida en África o las críticas a la visita del Papa

22 nov 2010 . Actualizado a las 12:25 h.

La fe y la amistad. Estos son los dos factores que han traído al joven obispo Barthélemy Yaouda Hourgo, nacido en Camerún hace 46 años, hasta nuestras tierras. Más concretamente, Benedicto XVI lo llevó hasta Barcelona, y Fina, una voluntaria coruñesa que desarrolla su labor en una misión de su diócesis, le mostró cómo se las gastan las nubes por estos lares. «En mi diócesis tengo dos sacerdotes de Barcelona y uno está enfermo. Así que aproveché que el cardenal me invitaba por la venida del Papa para visitarle y visitar también a Mamá Fina, como yo la llamo», explica el obispo de la región de Yagona, al norte de Camerún, una zona donde las misiones llegaron más tarde que al sur y donde todavía prevalecen, incluso sobre el islam, las religiones animistas: «El problema es que los musulmanes, aun sin ser una mayoría, sí ostentan el poder económico. Controlan el comercio y llegan a ofrecer prestamos a cambio de la conversión al Islam. Así que el trabajo que realizamos no es fácil», apunta el obispo.

Dentro de la comunidad que realiza ese duro trabajo en un país castigado por carencias y enfermedades se encuentra Fina, que se ruboriza cuando Yaouda Hourgo ensalza el papel que lleva realizado entre las mujeres de su región, tres meses al año, desde el 2005: «Es terriblemente relevante. Vino a enseñar a coser a las mujeres, y eso es una gran labor porque la mujer no estaba valorada en absoluto. No se le permitía desarrollar este tipo de labores con las que, ahora, y gracias a Fina, pueden ganar algo de dinero», explica.

Entre Barcelona y Galicia

En su breve periplo gallego, este obispo camerunés ha concelebrado la misa del peregrino en la catedral de Santiago, ha visitado a la comunidad senegalesa de Portosín, pasó por Sobrado dos Monxes, conoció las distintas iglesias de la Ciudad Vieja coruñesa y compartió una comida con los sacerdotes de San Jorge. Una apretada agenda para un fin de viaje que se iniciaba en Barcelona con la sorpresa del tratamiento que se le ha dado en algunos medios a la visita del Papa: «No podría calcular la cantidad de gente que había recibiendo al Santo Padre con los brazos abiertos, pero era muchísima. Y había unos pocos, muy pocos, protestando. Pues fueron esos los que sacaron por la televisión. Las calles llenas de gente aclamando al Papa y sacan en portada una fotografía de dos besándose», cuenta sorprendido. Y es que asegura este religioso que le cuesta comprender el porqué de esta reacción en un país como España: «Tenéis una larguísima y profunda tradición católica. Por mucho que haya a quien no le agrade la visita del Papa, la gran mayoría la espera con ilusión. He llegado a leer en algún diario cosas muy duras contra el Papa. Incluso lo acusaron de nazi. Me gustaría ver si eso se atreven los medios a hacerlo con algún líder musulmán. Pero, claro, los católicos somos pacíficos. Aunque eso no quita que cuando uno critica al Papa critique a todos los creyentes. Yo me siento la raíz de este árbol que es la Iglesia, y cuando insultan a su cabeza, me siento también insultado».

De todos modos, la polémica ha acompañado también a la esperada visita que el Sumo Pontífice realizó a Camerún y Angola en marzo del 2009: «Escogió mi país precisamente porque estamos en paz, mientras que los que están alrededor viven en conflicto permanente. Por ejemplo, toda mi generación en Chad creció en medio de la sangre. Pero Camerún es un ejemplo de paz y convivencia», cuenta el obispo. La polémica llegó por las declaraciones que Benedicto XVI realizó a os medios de comunicación en el avión, antes de aterrizar en África, sobre el sida: «No dijo nada que no hubiese dicho ya en otros lugares. El Papa es Papa en todo el mundo, y su mensaje es el mismo en África que en Europa. Así que no sé por qué los medios se escandalizaron cuando ratificó su condena al preservativo. El Papa siempre dice cosas buenas, pero en ese caso fueron los periodistas franceses los que desvirtuaron sus declaraciones. Los obispos cameruneses tenemos boca y habríamos mostrado nuestro desacuerdo con las palabras del Papa de haberlo considerado necesario. Pero es que no fue así en absoluto», aclara.

Difícil solución

Es este, el del sida, un tema que preocupa profundamente a Yaouda Hourgo «y a toda la Iglesia africana», matiza. Aunque la solución no la ve próxima y, buscando culpables, no duda ni teme al apuntar a intereses económicos de grandes compañías farmacéuticas; «Los ricos son cada vez más ricos y los pobres se hunden más y más en la arena. Y con el sida es igual. Es una vaca que siempre ordeñan los mismos, siempre da leche a unos cuantos laboratorios. Así que a estos no les conviene erradicar ciertas enfermedades o ceder patentes de sus tratamientos porque se quedan sin negocio», señala. Y no se refiere solo al sida, «que el paludismo mata en África a mucha más gente, pero nadie habla de este mal».

Mientras llega una solución, el obispo apunta al que, a su parecer, es el único modo del que disponen para controlar la expansión del sida: «La fidelidad. Pero en culturas polígamas controlar el contagio es muy complicado», advierte.