De campo de martirio a museo

A CORUÑA

La antigua fábrica de curtidos de A Magdalena fue una cárcel en la que las tropas de Franco recluyeron a millares de presos

12 feb 2008 . Actualizado a las 12:46 h.

Andrés y Fina Crespo todavía reciben cartas de las personas que estuvieron confinadas en el campo de concentración de A Magdalena en Betanzos tras la Guerra Civil. Todas las misivas les hablan de lo que hicieron sus padres a finales de los años 30, cuando ellos contaban poco más de cinco años. «Suplicaban por las ventanas que les diésemos algo de comida, porque lo único que les arrojaban eran mondas podridas», explican ante las ruinas de la antigua fábrica de curtidos de A Magdalena. Un lugar que el BNG quiere que se transforme en museo, ya que, de hecho, todos los veranos peregrinan al lugar represaliados y sus familias.

Las ventanas de las habitaciones de Andrés y Fina estaban a unos metros -el ancho de un camino- de las estancias en las que las tropas franquistas hacinaban a cientos de hombres, entre ellos el misionero Vicente Ferrer. Y es que la zona que tenían más cerca era la reservada a «curas rojos». Les dijeron que «entraron 1.800 hombres y solo quedaron vivos 400». Su madre les cocía pan una vez por semana. A hurtadillas metía más viandas en un saco, al que ataba una cuerda para que los presos lo izasen. Todo con cautela y silencio, porque ayudar estaba muy castigado.