Mariñán convierte sus jardines en una escuela de escultura al aire libre

Dolores Vázquez A CORUÑA

A CORUÑA

Bergondo Cinco artistas trabajan en obras diseñadas para quedar en el pazo La Diputación quiere, con este simposio, impulsar el acercamiento a la disciplina

27 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?n gallego, dos portugueses, un lusogalaico y un alemán podría ser el inicio de un chiste, pero es la nacionalidad de los cinco escultores que trabajan en los jardines del pazo de Mariñán y de los únicos integrantes del primer Simposio Internacional de Escultura, con el que la Diputación pretende acercar este tipo de actividad al gran público. La estampa, cuando menos, es singular. Cuatro carpas en los jardines del pazo es lo primero que ve el visitante. La primera alberga la siempre impactante propuesta del lucense Paco Pestana. Trabaja con tres castiñeiros de Castroverde, su tierra natal, de aspecto fálico, aunque el artista opta por la prudencia y los define como hongos, a los que posteriormente se les impregnará de los colores azul cobalto, rojo, negro y amarillo para conformar el corazón de la pieza. «Traballo de maio a outono ao aire libre e un mes ao ano nun medio libre, para ser un cidadán medianamente sociable», explica. Su obra está previsto que se instale en el recibidor del pazo. «Vai ser unha árbore polbo que aperta ao seu corazón de cor», dice. En otra carpa trabaja Manuel Patinha, que colaboró con la Diputación en la elección de los artistas. Su propuesta es la única en la que se opta como materia prima el metal y como referencia tomó el agua. «Tratei de lograr unha ánfora chea de asas e ao mesmo tempo reservada cunha reixa, para salvagardar o paraíso», explica y comenta que tendrá unos cuatro metros de altura por dos de ancho, cuando la termine. Volker Schnüttgen proyecta un mirador en granito gris. «Es una estructura interactiva en la que las personas entran y suben unos escalones para observar una ventana hacia la ría, por lo que la escultura se apropia del paisaje», explica este germano que vive en Portugal. Isaque Pinheiro desarrolla para Mariñán un modelo que ya probó en obras anteriores. «É como poñer un trozo de planeta escoitando o que pasa», informa sobre su obra, un bloque de mármol portugués de 12 toneladas del que sobresalen dos orejas a ambos lados, que están interconectadas. Paulo Neves también optó por el mármol. «A idea é unha pegada, como as rodas da vida na que desprendes bocados de ti», explica de su trabajo, que se compone de una gran pieza similar a una huella gigante de seis toneladas, hueca por dentro, y otra más pequeña que imita una especie de cara. Los artistas tienen previsto acabar sus obras para el 9 de junio, a la vez que atienden a las visitas, la parte didáctica del simposio y que está abierta a todo tipo de público.