Examen al fútbol de laboratorio

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Oscar Vazquez

Tras una semana encerrado, el Celta mide su capacidad de sorpresa ante la Real Sociedad

23 nov 2013 . Actualizado a las 15:21 h.

Llegó el día de confirmar si el secretismo da puntos. Después de una semana encerrado en el laboratorio de A Madroa, Luis Enrique sacará a la luz de Anoeta el resultado de su tubo de ensayo particular. Lo hace en un test cargado de exigencia, ante una Real Sociedad poderosa en casa, que pasea su estadística de local menos goleado y que se ha olvidado de Europa para priorizar el torneo doméstico. Y lo hace con la amenaza del descenso en los talones.

Y de la probeta de ensayo deben salir dos fórmulas, ambas convergentes. La primera, con un once que ofrezca alternativas a la baja de Oubiña y a los problemas del equipo en las dos área. La segunda, con un sistema de juego del que no puede descartarse su revisión. La teoría de los cinco zagueros lleva tres meses archivada entre el recetario táctico de Luis Enrique y en medio de tanto sigilo no se puede descartar su salida del armario.

De entrada lo único que parece claro es que los recuperados Cabral y Aurtenetxe tendrán acomodo en el centro de la zaga, lo que supone que Fontás viajaría por tercera vez en lo que va de curso al pivote defensivo. La segunda opción sería que el trío coincidiese en la franja central de la defensa.

Las combinaciones de laboratorio se disparan a la hora de construir el ataque. La ausencia de David y Bermejo en la lista pudiera ser una pista de que el técnico cuenta con una nueva fórmula secreta para el ataque. Hasta la fecha han sido intocables Charles y Nolito, pero todavía no le ha conseguido encontrar el sitio ideal a Rafinha, la esencia de su proyecto.

La ecuación del éxito debe completarse con un tercer elemento, el desarrollo del juego. Porque el Celta quiso el balón ante el Rayo y cavó su tumba planteando un partido a pecho descubierto, y los donostiarras tampoco van a reparar que enfrente tendrán al quinto equipo en posesión de la Liga. Los de Jagoba no entienden un partido en Anoeta sin el balón, la presión y el ataque a velocidad de vértigo como razón de ser. Y su línea de vanguardia no tiene nada que desmerecer a las mejores del campeonato (salvo los dos equipos fuera de catálogo).

Las demás pautas de la contienda son más terrenales. Los vigueses se sienten cómodos y con confianza a domicilio después de haber ganado tres partidos lejos de casa, pero el reto ahora es hacerlo fuera de Andalucía. En la anterior visita al País Vasco, el Athletic marcó su territorio. Ahora en Guipúzcoa, la empresa parece igual de difícil.

Porque la Real no podrá contar con Carlos Martínez, el lateral derecho, lo que obliga a desplazar a Mikel y alterar el centro de la defensa, pero el resto del plantel está en condiciones, aunque como en cada víspera de Champions, se espera que Jagoba Arrasate pueda mover el equipo para darle descanso a jugadores fundamentales como Xabi Prieto. La próxima semana se juegan su última bala en Ucrania.

Lejos también de la vasija cuadrilonga aparece la figura de Muñiz Fernández, el colegiado del encuentro que colecciona pifias por doquier. La última vez que los vigueses se lo encontraron fabricó un penalti inexistente en el Ciutat de Valencia. La Real no necesita ningún regalo. Y el Celta quiere cantar al mundo que ha llegado el día del fútbol de laboratorio.