Reflexión en el Pirineo

Miguel García LUGO / LA VOZ

CDLUGO

FERNANDO GALIANO

20 nov 2022 . Actualizado a las 19:29 h.

Andorra me recuerda a mis tiempos de jugador en activo, el viaje eterno hasta llegar al pirineo, la estancia en el principado, las obligadas compras en sus grandes almacenes, el partido ante no más de doscientas personas y la parada obligada a la vuelta en la frontera y correspondiente aduana. El viaje a Andorra equivalía al encargo de productos tecnológicos de la época que resultaban más económicos en esas latitudes. El reloj casio para algún amigo, el radio-reloj despertador para tu madre, el radio casette para tu hermano y los walkman para algún vecino. El calendario nunca fue respetuoso porque siempre me tocó en invierno, con abrigo y nieve en las bandas. Eso sí, con un paisaje espectacular. Después de casi cuarenta años, todo me sabe a nostalgia pero me asombra ver el crecimiento futbolístico de ese club. El fútbol en Andorra no atraía a muchos aficionados y tener un equipo en segunda B en aquella época, imagino que obedecía al esfuerzo de los directivos de antaño, como ahora obedece a otro tipo de esfuerzos. Porque el fútbol además de un deporte se fue convirtiendo en un negocio empresarial. Pues ahí tenemos a este singular club, enclavado entre dos estados, y con trazas de que no se va a quedar la cosa donde está, sino que el impulso apunta a cotas más altas.

Llegan los rojiblancos al peculiar paraje pirenaico con una historia en el fútbol profesional muy superior a su adversario pero con una sensación de inferioridad en cuanto a potencia en el proyecto. Fuera de Lugo se sigue advirtiendo el mérito de permanecer año tras año en el fútbol profesional. Dentro se siguen teniendo dudas cada temporada, acompañado del temor que un día toque la despedida. Se enfrentan dos equipos y dos proyectos, uno que apunta alto amparado por un potente crédito económico, otro que busca una identidad local, provincial y regional más robusta, que le permita seguir compitiendo con economías sin arraigo donde se instalan.

El partido dejó más dudas de las necesarias a estas alturas de temporada. La primera parte se podría definir, como diría Serrat, cada loco con su tema. Los dos fieles a lo suyo si bien las ocasionas más claras fueron de los rojiblancos y las sensaciones de peligro de los locales. Nada que ver con la segunda parte, donde el ánimo y la determinación presentadas anteriormente, se difuminaron. Se fueron encajando goles al mismo tiempo que el desaliento y el abatimiento se instalaron de forma alarmante.

Casi siempre los momentos de crisis nacen cuando ese mismo desaliento y abatimiento coinciden de manera singular. Conviene traerse certidumbres de Andorra, ya no son viajes para portear encargos familiares, pero vale la pena aprovechar ese espléndido paisaje para meditar y reflexionar.