«Ser futbolista es algo bonito»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

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Santiago Pacheco recuerda el ambiente de jugadores y aficionados lucenses en su etapa en activo

31 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay jugadores de fútbol que acaban incorporados plenamente a una ciudad a la que llegaron por cuestiones deportivas. Santiago Pacheco es sin duda uno de ellos. Llegó a Lugo en 1967, jugó varias temporadas en el Club Deportivo Lugo, y aunque se retiró joven, antes de cumplir los 30 años, la ciudad amurallada se convirtió en la suya.

La familia, los amigos y la actividad profesional -trabajó en el campo de los seguros- tuvieron como escenario Lugo, en donde sigue viviendo. Con tantos años de vida personal, familiar y laboral, en la conversación salen con frecuencia nombres de calles de la ciudad, de gentes de Lugo y de lugares de la provincia y hasta de equipos de fútbol sala, deporte que practicó durante bastantes años.

-Llegó aquí siendo joven. ¿Le resultó difícil adaptarse a la ciudad?

-Al principio me costó un poco; luego me integré bien. Me casé en 1971, tuve dos hijas, trabajé en varias compañías de seguros... Aquí me quedé, aquí estoy.

-¿Cuánto ha cambiado el fútbol desde aquellos tiempos, finales de los sesenta y principios de los setenta?

-Cambió todo. Recuerdo ver reportajes del Real Madrid de [Alfredo] Di Stéfano en los que el balón botaba de manera irregular porque el campo era malo. ¡Y te hablo del Real Madrid! También cambiaron mucho las instalaciones para recuperación de los jugadores. Nosotros teníamos una ducha, a veces fría. Hoy hay otras cosas: preparadores físicos, gimnasios adaptados...

-¿Qué deja el fútbol en la vida de una persona tras años jugando?

-Los amigos. Antes había una gran amistad. Los jugadores andábamos en pandilla e íbamos juntos a tomar unas tazas. Había compañerismo. Había también piques, pero como en la vida misma.

-¿Merece la pena dedicarle años teniendo que dejarlo cuando aún se es joven para cambiar de vida?

-Ser futbolista es algo bonito, se pasa bien en esos años. Creo que en general la vida de cualquier deportista es bonita: por un lado, hay amistad; por otro, disfrutas con el deporte.

-¿Se perdió algo de calor humano y de cercanía si se comparan sus años de futbolista y los de ahora?

-Antes había ambiente de grupo y amistad. Ahora puedes ser amigo de uno; pero andar en un grupo de cuatro, de cinco o de ocho, ya no. Creo que antes había más compañerismo. Antes, a lo mejor parábamos cinco jugadores en el mismo sitio. [Recuerda su relación con jugadores como Simón, Antonio Ordás o Varela Pérez, que formaron parte de la plantilla del Lugo en su época, y comenta que entonces era normal que varios jugadores coincidiesen en una pensión]. Lo pasábamos bien. Cambiaron los tiempos: también se perdió el ambiente en los bares.

-Supongo que siendo Lugo entonces una ciudad más pequeña, la relación se haría más fácil.

-Sí. Hay que tener en cuenta además que la vida de la ciudad estaba muy concentrada dentro de la Muralla. Fuera de las murallas había A Milagrosa y Recatelo. Aquel ambiente era bonito.

-¿Lo echa de menos?

-Un poco, sí. Eso de tomar un vino, hablar de algo, contar un chiste...

-¿Echa de menos el fútbol?

-Jugarlo, sí. Lo veo a veces; pero echan muchos partidos por televisión, estamos saturados. En mis tiempos de futbolista venía gente a ver al Lugo porque no había equipos por ahí. ¡Y el viejo Ángel Carro también era malo para el público!

-¿Había entonces una relación especial con los aficionados por esa cercanía?

-Sí. Pero si perdías un partido, te ponían a andar [se ríe]. Si todos están a gusto, todo es más divertido. En una ciudad grande, ya hay un ambiente distinto,

-¿Volvería a se futbolista?

-Sí. Aunque en la juventud haces cosas que ahora no harías. A toro pasado todos somos listos.

«El Lugo está haciendo una heroicidad»

Pacheco subraya que el futbolista sigue teniendo relación con ese deporte aunque se termine su etapa profesional, que, por otro lado, no suele ser larga. «Con 35 o 40 años se acaba. Hay que tener algo. Pero ese mundo siempre se lleva dentro; aunque lo dejes, siempre lo tienes presente.», dice.

-¿Pensaba que el Lugo podría llegar a ascender a Segunda División?

-El Lugo está haciendo una heroicidad. Equipos como el Lugo, el Huesca o el Mirandés son heroicos: ascender a Primera División, como acaba de hacer el Huesca, es una proeza. Lo del Lugo tiene mucho mérito, porque equipos como el Real Zaragoza o el Tenerife son de ciudades mucho más grandes. Podría estar en Segunda B, pero estar en Segunda tiene mucho mérito.

-¿Servirán estos años en Segunda División para que aumente la afición al fútbol en la ciudad?

-La afición se fomenta en los colegios. Habría que ir a los colegios, a los institutos, porque ahí, en esos años, es donde empieza la afición.

Viajes de diez horas y bocadillos en Vegadeo

Pacheco recuerda lo que duraban algunos viajes cuando el Lugo compartía grupo de Tercera División con equipos de gran parte del norte: «Ibas a Bilbao en autobús y te llevaba diez horas. ¡Te cansabas más en el viaje que en el partido!», dice. Los viajes se iniciaban en la Praza da Soidade, en donde se juntaban los jugadores, que solían llevar un bocadillo para el viaje. Si se iba a jugar a Asturias, a Cantabria o a Vizcaya, las curvas de la N-640 antes y después de A Pontenova causaban algún mareo. La recuperación solía lograrse, recuerda, al llegar a Vegadeo y aprovechar para comer el bocadillo.

Inicio. Santiago Pacheco Vadillo nació en Burgos en 1948

Trayectoria. Jugó en el Atlético Burgalés. Luego fichó por el Real Valladolid, que lo mandó al filial. Después jugó en el Lugo.

Evolución. Tras retirarse trabajó como agente de seguros. Vive en Lugo.