Fanfarrias de sandeces

Carlos Melchor AL OTRO LADO

CDLUGO

11 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El empate a seis goles del Lugo en Los Pajaritos marcó un hito. Algo para recordar por siempre por lo rocambolesco de aquellos irracionales noventa minutos que dieron la vuelta al mundo futbolístico. Sin embargo, la última jornada de Liga tenía reservada una sorpresa en la despedida de Setién. Lo de Soria queda casi en anécdota comparado con el dislate vivido el domingo en Girona. «Me siento como si me hubiesen quitado algo que era mío» o «me han faltado al respeto riéndose en mi cara», pataleaba Sandaza al concluir el encuentro, fruto de la decepción por dejar escapar el ascenso entre las yemas de los dedos, podríamos pensar.

Aun así, el delantero manchego se paseó por todas las radios nocturnas para seguirse retratando exhibiendo sus carencias y continuar tirando basura sobre sus ex compañeros y su antiguo club. Sandaza, en realidad, hablaba como el que está convencido que la razón le asiste, porque lo normal en los finales de Liga del fútbol español es el apaño, la trampa, el dejarse ganar con dinero de por medio, o simplemente, seguir teatralizando una mentira jugando con los sentimientos de los aficionados. El gran pecado del Lugo fue salir a competir, hacer frente a un Girona que había pasado más tiempo durante la semana organizando la fiesta del ascenso que preparando el partido. Y que tuvo un miedo atroz a ganar, de ahí su total parálisis en la segunda parte. Porque el señor Sandaza expone inconscientemente que si no te juegas nada tienes que dejarte. De ahí su ira incontenible. Y seguro que es cierto, en este fútbol podrido por las apuestas, que existen los escandalosos amaños o los movimientos mafiosos en los despachos. Un fútbol desnaturalizado por completo, sucio y poco creíble, a poco que se va rascando.

Setién, en rueda de prensa, expresó alto y claro lo que se debe esperar de un profesional en estas circunstancias. Ante el acoso de la prensa gerundense, elevó la voz para dar una lección a los que siguen empeñados en hacer de la triquiñuela y el amaño el eje sobre el que gira el deporte. Qué triste es que la deriva que está llevando el fútbol hacia ser una completa mentira sea imparable.