Privilegios de pudientes

Murillo

CDLUGO

14 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La máxima del fútbol sigue midiéndose, sobre todo, por el potencial ofensivo. La seguridad defensiva también resulta primordial para rentabilizar los goles, y máxime cuando estos se producen con cuentagotas. Como es el caso del Lugo, que cuando un fallo en retaguardia tiene un efecto dominó, el drama está servido. Y sobre todo frente a los poderosos que poseen ese tesoro llamado goleador. O sea, un pichichi consumado. Como es el caso del Betis, con Rubén Castro a la cabeza, que también dejó su tarjeta de visita en el Anxo Carro y elevó su cuenta particular a 13 tantos en 17 jornadas, y provocó el tercer triunfo consecutivo de los sevillanos y la primera derrota del Lugo en casa en lo que va de Liga. La derrota deja a los lucenses otra vez en tierra comprometida, donde vuelve a zona de turbulencias y enlaza con sus dos últimos resultados negativos (Sporting y Betis). Es el precio de carecer de un Rennella u Óscar Díaz al que encomendarse, porque la ceguera rematadora de los lucenses es digna de estudio. Por ahora, David Aganzo aún no está a la altura que se esperaba, pese a sus dos goles desde que debutó. Pero le falta un hervor para consumarse como ariete indiscutible.

Ausente Pita por lesión, Pelayo fue su sustituto natural de salida. Como se esperaba. Pero la sorpresa la dio Setién con el cambio inesperado de Valle por David López en la mediapunta desde el inicio. El cántabro no defraudó, pese a no estar en su esplendor físico. Pero su calidad es tal, que le bastan unas cuantas pinceladas para producir el oh en las gradas. Ávido de jugadores de este nivel, el respetable hasta le puede perdonar algunos fallos lógicos. Siempre lleva peligro, como sucedió en el minuto 17 en sendas aproximaciones a Adán, que concluyeron con dos remates postreros y consecutivos de Aganzo y Ferreiro, que merecieron el gol. Otra genial intervención suya produjo una mano bética dentro de su área, no señalada. Y la pitada se oyó a orillas del Guadalquivir. Para rematar la desdicha arbitral, rondaba el 44 cuando una falta clara sobre el escapado Aganzo fue cortada de raíz por Bruno, último defensor, que solo vio la amarilla. El Lugo volvió a realizar un gran primer tiempo, ante un Betis al que borró prácticamente del campo. Pero volvió a fallarle el estoque para otra gran faena. Y el Betis aprovechó su oportunidad precisamente por su jugador más solvente cara a puerta. Ahí radicó la diferencia. El partido se volvió loco en el último tramo, con el 0 a 2 más cerca del 1 a 1. Al Lugo le sobró corazón entonces, encabezado por un descomunal Seoane, y la pausa la puso el rival, con mucho más oficio. Pero solo los pudientes tienen privilegios con los goleadores.