El Lugo pierde a balón parado

Murillo EN ROJIBLANCO

CDLUGO

08 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El Lugo acudió a El Molinón con los ánimos subidos y hasta con unas sensaciones intuitivas de cercenar la racha de imbatibilidad asturiana. No le faltaban argumentos a Setién para este pálpito previo, porque su equipo suele crecerse, además, ante los grandes y reserva para los mismos sus mejores actuaciones. Para no romper esta tradición, el Lugo dominó a su antojo la primera media hora de El Molinón, y el fruto lo vio plasmado por vez primera en el marcador con el testarazo inapelable de Aganzo en el minuto 14. Cuéllar se vio sorprendido ante el remate del ariete lucense casi sin despeinarse. El Lugo ya había avisado por la banda derecha con sucesivas subidas de De Coz e Iriome, muy activo como siempre. Sabedor el técnico lucense del peligro del Sporting a balón parado, no supo o no pudo imbuirles a sus hombres más activos las respuestas para defender esas faltas. Por ahora, carece de antídoto. Y así le fue en el segundo tiempo, con un Sporting crecido en su juego y dominio, ante un Lugo encogido y timorato, quizás demasiado preocupado de no regalar balones, o posiciones ganadas, como lidera Pavón, sinónimo de inseguridad y exceso de confianza. La lesión de un Pita desaparecido fue como una bendición para el Lugo, porque encontró en su sustituto, Pelayo, el revulsivo preciso para volver a la racha inicial en dominio y anticipación, que no en aproximación y remate. La segunda baja por lesión de los lucenses, De Coz, en el minuto 46, dejó a Dalmau como un segundo coladero por su banda, que los sportinguistas apenas explotaron. El Sporting ganó con lo justo y haciendo lo justo, es decir, acudir puntual a dos remates que igualaran y remontaran el marcador, reflejo de la igualdad impuesta por el Lugo mientras tuvo fe y ambición para ir descaradamente por el partido. Pero cuando te enfrentas a un grande en su feudo, suele ocurrir casi siempre lo mismo: el modesto no solo sufre a su rival, sino que este se ve empujado por una ayuda arbitral decisiva. Pasaban cinco minutos del descuento, tras la expulsión de Álex Menéndez por una entrada a destiempo sobre Dalmau, e Iriome cabeceaba a la red un centro del reaparecido Manu. Gol anulado por supuesta falta del rematador, que solo vio el árbitro. Antes, en el 78 y a la salida de un córner, Pablo Pérez, totalmente solo en el primer palo, cabeceaba a la red el 2 a 1 definitivo en otro balón parado pésimamente defendido. Por esas pequeñas cosas, en esta categoría, se pierden grandes oportunidades.