Doce finales

Murillo EN ROJIBLANCO

CDLUGO

21 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La segunda vuelta del campeonato ha dictado sentencia inapelable para el Lugo: por encima de todo, el objetivo prioritario de la permanencia de cada temporada. El alejamiento de la excelencia del primer tramo de la Liga ha devuelto a la realidad más tangible al equipo de Setién. Lejos quedan aquellos tiempos del coqueteo y militancia con los puestos directos e indirectos del ascenso, porque desde el día 8 de febrero pasado el Lugo no saborea la victoria (1 a 0 sobre el Zaragoza). Los empates no han impedido el adelgazamiento del colchón sobre la zona del descenso, y ahora mismo solo separan tres puntos al equipo lucense de la Ponferradina, el equipo que marca la línea fatídica. Doce jornadas le restan a los rojiblancos para asirse a la salvación. Doce finales a cara de perro, donde se decide la suerte definitiva, el ser o no ser. Cuarenta puntos en el talego necesitan de doce o trece más, como mínimo, para cruzar la línea de meta. Lo digo, porque la hipotética barrera de los cincuenta puntos me parece insuficiente. Sencillamente, porque todos los implicados en la lucha no ceden un ápice, mientras la igualdad es absoluta en una categoría tan exigente como despiadada.

Además, el visitante de mañana es uno de los máximos aspirantes al ascenso. El Recreativo aún resuena en nuestros tímpanos tras la remontada de la ida en el Colombino, superando el 0 a 3 del descanso. El Decano recupera a uno de sus jugadores más emblemáticos, el punta Jonathan Valle, víctima de un calvario de lesiones esta temporada. El Lugo volverá a encomendarse a su mejor terapia actual, que no es otra que guardar primero sus espaldas y buscar el contraataque como arma definitiva. Atrás quedan los tiempos de la posesión y el desparpajo ofensivo, porque la creatividad ha dado un importante bajón y nadie descubre sus espaldas a estas alturas con altruismo. Menos cuando la inefectividad realizadora ha subido muchos enteros. Lógico: a menos posesión, menos llegada y menos oportunidades. A cambio, ganas en seguridad defensiva, pero el equilibrio casi nunca se logra. Partido, pues, según el cual el resultado va a depender de la intensidad y la lucha del equipo lucense. Eso, como primera premisa. Después, el apoyo incondicional de un público obligado a defender esa permanencia a muerte