Nadie dijo que la salvación fuese sencilla. Y mucho menos que se consiguiese con holgura. Pero el abismo del descenso se atisba por primera vez tan cerca que los nervios están a flor de piel entre el aficionado. Si a ello le sumamos que la versión del equipo no está siendo lo mejorada que se esperaba para las alturas de la temporada en las que nos encontramos, provoca que los miedos hayan acampado a todo lujo y con todo incluido en pleno Ángel Carro. Un dato demoledor sirve de radiografía perfecta de la reciente trayectoria del equipo lucense. El botín obtenido en las últimas 15 jornadas asciende únicamente a unos pobres 15 puntos. Bien es cierto que algunos de ellos han sido de mérito contra rivales en buen estado de forma o en estadios no propicios, pero que no esconden el escaso bagaje de los últimos 4 meses. Estos pírricos 15 puntos depararían un hipotético penúltimo lugar en la tabla con solamente 9 goles a favor, siendo el peor en esta faceta a gran distancia del siguiente. El juego plano, monorrítmico, escaso de alternativas y de variedad pasa inevitablemente factura a nivel numérico. Para evitar dramatismos podría destacarse que el Lugo es difícil de batir, duro y rocoso, que no se diluye ni ante las adversidades ni frente a las complicaciones. Sabe competir y eso constituye un plus en partidos al filo de la navaja con todo en juego. Es evidente que varios pilares están atravesando un pésimo momento de forma. Y bien que se echan en falta. No es menos cierto que con frecuencia nos olvidamos de otros que siempre están ahí, cumpliendo de la mejor manera posible con profesionalidad y entrega. Son esos jugadores oscuros que no hacen mucho ruido y que suelen estar fuera del foco, actores secundarios imprescindibles para que la función salga bien. Buen ejemplo de ello es Víctor Díaz, chico para todo cumplidor en cualquier posición en la que juegue y quizás injustamente tratado visto su rendimiento. Un partidazo como el que protagonizó contra el Barcelona B hace unas semanas hubiese merecido más minutos. En silencio, sin levantar la voz, el gol que marcó el domingo tiene que servir de recompensa para una trayectoria ejemplar. Con el aporte de todos, grano a grano se hace el granero. Un granero que con 50 puntos parece que no estará lleno por completo.