El sábado se escribió la mayor gesta del Lugo en su historia: permanecer en Segunda División. La vida es ir escalando retos y alcanzando proposiciones. Hubiese sido injusto cerrar la permanencia con un empate o, incluso, una derrota y resultado favorable de un tercero. Con la hoja de ruta y la aplicación del juego habituales. El Lugo propuso más y obtuvo la mayor recompensa a su superior número de opciones de gol. Dos obras de arte de Óscar Díaz y Rubén Durán. Con el primero se agotan los calificativos. Un jugador monumental y causa-efecto en la ya temporada legendaria de los lucenses. El segundo, un tanto partiendo desde la banda, donde comenzó jugando al inicio de temporada. Manu lee como nadie cuando el rival deja metros libres para ir ganando yardas. Aclarado a Durán y el resto es arte. Yoel regresó, recibió el agradecimiento de la grada y detuvo dos balones complicados. De Coz mostró por enésima ocasión su despliegue, su capacidad para sumar un atacante y tirar desmarques de ruptura propios de un extremo. Belfortti cumplió estupendamente en su primer partido como central en la temporada (además de 45 minutos en Copa). La zaga solo sufrió en alguna contra. Se produjeron ciertos despistes en la combinación en mediocampo. Pablo Álvarez tiene facilidad para crearse sus propias jugadas y tiros de la nada. La ventaja del oficio. Font evidenció, pese a detalles, su falta de ritmo. Para ello tiene dos partidos para disfrutar. Iván Pérez cercó nuevamente el gol y la afición le premia. A seguir sumando, disfrutando. El reto es ahora subir posiciones y no es baladí. Al contrario. Crecer, crecer, crecer.