Xavi Hernández, el origen

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

CDLUGO

EVERETT KENNEDY BROWN

La cita de 1999 abrió la racha de títulos colectivos y desengaños individuales del de Tarrasa

06 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«En el descanso de la final nos dijeron que se lo iban a dar a él, pero se lo llevó Keita. Fue una injusticia, solo porque el campeonato era en África, pero el mejor había sido Xavi de largo». Al 6 del Barça empezaron bien pronto a escamotearle títulos individuales. Lideró la selección sub-20 que conquistó el Mundial de Nigeria, pero el Balón de Oro del torneo se lo dieron a un futbolista de Mali que ahora también viste de azulgrana. Los tres gallegos y el técnico que acompañaron a Xavi en el éxito de 1999 rememoran la cita en la que el candidato a mejor jugador del planeta empezó a despuntar.

sobre el césped

«Fabrica balones de oro»

A Pablo Coira no le sorprende el éxito de Xavi: «Cuando mis amigos me preguntaban quién era el mejor, yo siempre decía que él. Darle el balón era un seguro de vida, no lo perdía nunca». «Siempre tuvo esa pausa, entonces también. Hace el fútbol más simple para todos, fabrica balones de oro, no los gana», destaca otro Pablo, Couñago, que además señala el caso de Messi, «que es mucho mejor cuando juega al lado de Xavi, en el Barça».

Un equipo, el culé, que ya era un referente para la selección, según recuerda Álex Lombardero. El extremo del Lugo destaca que el futbolista de Tarrasa ejercía un enorme liderazgo sobre el césped en aquel grupo, «todos los balones pasaban por él». «Los técnicos le llamábamos el jugador que baila con el balón», revela Iñaki Sáez. El seleccionador afirma que su mejor hombre «iba siempre más allá de las instrucciones del entrenador. Desde que llegó, a los 16 años, ya se le veía una enorme capacidad para interpretar el partido. Y lo mejor es que no para de crecer, cada año es más completo. Ahora hasta suele hacer goles».

Sus virtudes le dieron a España el Mundial sub-20, pero Xavi no obtuvo el galardón de mejor jugador. «Fue muy injusto, no quedó ni entre los tres primeros», coinciden los gallegos presentes en Nigeria. Sáez lo confirma: «Todos creíamos que se lo iban a dar a él, pero los equipos africanos no habían ganado nada y en los premios individuales hubo bastante pasteleo».

Fuera del campo

Aplacó un motín

«Su lado humano es tan importante como el deportivo. Siempre tenía una sonrisa, una personalidad que te hace destacar dentro y fuera del campo y llegar hasta donde ha llegado, a ser uno de los tres o cuatro jugadores más importantes de la historia del fútbol español», valora Couñago, Bota de Oro en aquel Mundial. Sobre la personalidad de Xavi guarda un detalle Sáez: «En Nigeria, el hotel era malísimo, dormían dos en la misma cama, y la comida era desastrosa. Los jugadores querían irse, pero él calmó las cosas. Los tranquilizó. El primer capitán era Orbaiz, un navarro que por edad y seriedad era el adecuado, pero Xavi tenía muchísimo peso en el vestuario». «Era muy bromista, el que recibía a los nuevos y los metía en el grupo», confirma Lombardero. Coira aún mantiene contacto con el de Tarrasa: «Es tan cariñoso, parece que siempre se alegra más de verte él a ti que tú a él».

A Nigeria ya llegó con el apodo puesto. «Por su pelo y su parecido con el de otra parte que mejor no comentar», afirma entre risas Coira, orgulloso de ser de la quinta del Pelopo.

el futuro

«Será un gran entrenador»

Quien ha pasado tiempo con Xavi destaca su obsesión por el fútbol, que Couñago resume en una frase: «Es un enamorado de su profesión, que le ha correspondido». «Ciertas personas viven esto con mayor intensidad; él recuerda todos los detalles de sus partidos», profundiza Coira. Esa condición, sumada a su talento y su talante, podrían marcar su futuro. «Será un gran entrenador», vaticina Sáez.

Pero no todo son sonrisas. El seleccionador rememora el mayor enfado del centrocampista en su presencia: «Fue en la final de los Juegos de Sídney. Ganábamos 2-0 y nos pitaron un penalti a favor. El encargado de tirarlo era él, pero Angulo le quitó el balón y lo falló. Xavi no se lo creía. Me miraba indignado. Al final perdimos y había que verlo: quería matar a Angulo».