En Zas, el BNG gana de calle en las municipales y la mayor parte de su población habla gallego casi en exclusiva. Estos dos datos deberían hacer pensar a los propios vecinos y al Arzobispado que no se puede tener un cura, de diez parroquias, que llama «idiota» al presentador del debate electoral que hubo en noviembre por despedirse con un «boas noites», que machaca de forma inmisericorde la toponimia y que desprecia la cultura y el idioma que le pertenecen por nacimiento y que guardan como un tesoro las almas que presuntamente pastorea en dirección al cielo.
Gómez-Canoura no merece ser el párroco de Zas, pero no solo por llamar «cerdas» a las feministas, sino por considerar «gilipollas» a buena parte de sus feligreses e «idiota» a todo aquel que se exprese en gallego. Yo hoy no lo hago, temerosa de merecer al menos dos de sus insultos. Mi madre ya me habría amenazado con lavarme la boca con lejía si me hubiera escuchado al menos uno de ellos. Es una lástima que no hubiera en la vida del joven cura una mujer como Juana Gomila.
Pongamos que lo de «cerdas» fue en un momento de calentón. Todos hemos tenido alguno y hasta se puede entender. Lo que no se comprenden son los otros más de 20.000 tuits con expresiones zafias y palabras malsonantes. Que le eche un rapapolvo de este tenor a un hombre con sotana solo puede significar que yo me he convertido de repente en una vieja gruñona o que él es un niñato malcriado que no está a la altura de sus parroquias ni, mucho menos, de sus feligreses que se enorgullecen de ser gallegos. Peor para él que no se sienta así. Él se lo pierde.