La tropa de irmandiños creció para el Asalto ao Castelo de este año

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

El público vimiancés vibró detrás de las antorchas, los tambores y el ariete

06 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Asalto ao Castelo va acompañado de múltiples aditamentos, pero con lo que el público disfruta de verdad es con el desfile de las antorchas, los tambores, el ariete y la guerra con los globos de agua. Ahí es donde se la juega este recuerdo de la destrucción de la fortaleza de los Altamira por los irmandiños en 1467. Este año, en la 20.ª edición, estas reglas básicas se cumplieron a la perfección. 

En realidad hubo más irmandiños que nunca para la toma de la fortaleza de los Altamira. Las fricciones empezaron con la aparición de una Inés muy electrónica, aunque se fue la luz en un momento y el público apoyo el acto gritando: «¡Lumeee!». La hija de la meiga Urraca contribuyó a iniciar la contienda con los señores, entre guiños a la Panorama y similares. El bebedizo de estramonio con licor café dio resultado adverso y quien acabó muerta, previa traición, fue Urraca. Así que ya había un motivo para tomar la fortaleza. Las huestes de Inés se lanzaron armados y acompañados de tambores hacia el almacén municipal, pintados con motivos medievales, y tuvo lugar la ceremonia de organización de la toma, con ariete en mano y los principales irmandiños con antorchas. «Escribamos a nosa propia historia», gritaba Inés. Ya había vaticinado su madre: «Os corvos non grallan esta noite». Y «¡lumeee!», que era lo que quería la gente en una noche tan trascendente. La masa se dirigió formalmente enfurecida hacia las gruesas paredes de las torres medievales. Una vez más, en el foso, tuvo lugar la fase más divertida con la breve guerra de los globos con agua. Unas salpicaduras de nada dejan a la gente riendo mientras espera la lucha entre la heroína y los guardianes del castillo y los señores, a los que pasa por el hierro. 

A continuación, entra en acción el ariete. Uno de los mangos es del alcalde desde hace años. No tuvieron grandes problemas para derrumbar el obstáculo, lo que pone fin a la representación. Una breve sesión de fuegos de artificio da el castillo por derrumbado y la gente abandona el monumento comentando y riendo los episodios. Era la una y media. 

Aunque una parte del público abandonó la fiesta tras el Asalto, el festival de música continuó hasta altas horas de la madrugada. Tres grupos actuaron a continuación. De hecho, a las diez de la mañana había alguna pandilla que parecía dispuesta a reenganchar la diversión con los actos de ayer, sobre todo la sesión vermú con Medio Quinhón.