Vecinos de Fisterra, sobre el alemán fallecido: «Peter nunca pidió ayuda y tampoco molestaba a nadie»

t. longueira / p. v. CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

Ana Garcia

Desde hacía algo más de un año, vivía entre varias tiendas de campaña en las dunas de la playa de Langosteira

28 sep 2021 . Actualizado a las 19:44 h.

Un particular localizó en la mañana del domingo el cuerpo sin vida de un hombre en una duna de la playa fisterrana de Langosteira. Se trata de Peter Harder, un alemán de 49 años de edad que llevaba residiendo en Fisterra desde hacía unos 15 años.

Rápidamente fueron alertados los equipos de emergencias, encabezados por la Policía Local, la Guardia Civil y los voluntarios de Protección Civil. Los sanitarios del 061 solo pudieron certificar el fallecimiento (al parecer llevaba ya días muerto). Peter era una persona sin recursos y que en los últimos tiempos hacía vida por la zona de Langosteira. Según varios testigos, residía en una tienda de campaña camuflada entre las dunas de esta playa fisterrana.

Las primeras hipótesis, a la espera del resultado de la autopsia, es que el óbito se produjo por causas naturales. Peter sufría serios problemas de salud desde hacía tiempo e, incluso, recientemente tuvo que ser ingresado en el hospital Virxe da Xunqueira de Cee.

Un «buen chico, sin rumbo fijo»

Luisa, propietaria de un local hostelero próximo a la playa de Langosteira, cuenta que Peter, al llegar a Fisterra, «vivió en el esqueleto de una casa a la que, con el tiempo, vino más gente, también de espíritu hippie, que se quedaba con él».

Sobrevivió durante estos años entre albergues y al aire libre, echando una mano a algunos vecinos con tareas cotidianas. «Ayudó a una señora durante un tiempo, paseando sus perros. Mi madre, por ejemplo, le facilitó en ocasiones edredones, bocadillos y huevos caseros. Era un buen chico, al que queríamos bien. Nunca pidió ayuda ni molestó a nadie. Iba sin rumbo fijo y, desde hace un año y algo vivía entre unas tiendas de campaña en las dunas de la playa», expone Luisa.

Fue Daniel, un ciudadano suizo que reside desde hace varios años en la localidad, el que se percató de lo ocurrido. En un paseo por la playa, su perra se acercó al pequeño campamento de Peter, «pero empezó a olisquear y ya no quiso entrar», detalla Luisa. Daniel, que hacía buenas migas con el fallecido, se acercó al bar para pedirle a la propietaria que avisase a la Guardia Civil, al sospechar el fatal desenlace.

«Llamamos también a la ambulancia de camino y así fue, se certificó su muerte. Al parecer, llevaba varios días así», dice Luisa, que señala que el fenómeno de la acampada libre en Langosteira, pese a no ser nuevo, «se está viendo más. No es que esté lleno, pero a la mañana siempre ves alguna».