El World Family dice que la ordenanza de ruido de Fisterra solo se le aplica a él

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

FISTERRA

Desde el Concello aseguran que actúan en los casos en los que hay denuncia

03 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que abrió en marzo del 2015, el World Family de Fisterra se ha convertido en punto de referencia del Camino, lugar de encuentro de artistas y del ambiente más alternativo. Su éxito vino también, ya desde el inicio, acompañado por la polémica. Vecinos que ven el local como el heredero de las prácticas tantas veces denunciadas en Mar de Fóra empezaron a quejarse por el ruido o la ocupación de la acera. Sin embargo, lo que una parte pinta como rechazo vecinal generalizado, con recogida de firmas, para la otra, encabezada por su propietario, el extremeño David López Macías, no es más que una persecución que roza el acoso. Dice que las quejas vienen siempre del mismo sitio, el hotel Playa Langosteira, con la maquinaria municipal a su servicio. Unas quejas que ve infundadas porque los locales ni están pegados, hay un corredor en medio.

Asegura que le han sometido a cinco inspecciones de Sanidade, dos de Traballo y otras tantas de Turismo, y no ha recibido sanción alguna. Es más, incide en que las numerosas visitas de la Guardia Civil y las, al menos seis, que lleva contabilizadas de la Policía Local, tampoco se han traducido en denuncias, ni en que siquiera le entregasen un solo documento al respecto.

Ahora, el caballo de batalla es la ordenanza municipal de ruidos, aprobada en pleno el 11 de abril del 2017, y de la que, según él, no se le dio más traslado a los hosteleros que un bando del 4 de octubre del 2018. Es más, recalca que, tal como está redactada obliga a cualquier local que tenga una televisión a cumplir requisitos que, hoy por hoy, no cumple negocio alguno de Fisterra. «La normativa solo se me aplica a mí. Lo que quieren es que cierre», asegura tajante López, quien pone el acento en que están constituidos como una asociación cultural y en todas las actividades artísticas o, por ejemplo, de cultivos ecológicos que van surgiendo entorno al World Family.

La principal exigencia es que tiene que instalar un limitador de sonido, que, por los presupuestos que le han dado, entre el aparato y las mediciones, se va por encima de los 1.600 euros. Es más, debe contar con transmisión de datos al Concello en tiempo real, algo a lo que se niega, y guardar registros de los últimos 12 meses, algo que no hace ninguno de los que hay en el mercado, señala. Hizo incluso un proyecto de insonorización para cambiar las ventanas y poner doble puerta, pero el técnico encargado le dice que eso solo se puede hacer con PVC y al estar al pie del Camino se exige carpintería de madera o de aluminio, que es la que tiene ahora.

Después de muchas idas y venidas al Concello, conversaciones e incluso pleitos, afirma que la única solución que le dan es que sea el quien denuncie al resto de hosteleros, algo que ve fuera de lugar. Es más, el viernes 11 de agosto del 2018, una empresa especializada en compañía de la Policía hizo mediciones de ruido entre las once de la noche y la una y media de la mañana, con el resultado de 23,5, 22,4 y 23,6 decibelios, por debajo de los 30 permitidos. El hostelero incide en que incluso han reorientado el modelo y ahora el 60 % de su actividad se corresponde con las comidas, pero, aun así, la persecución no cesa.

Sin embargo, el teniente de alcalde de Fisterra, Xan Carlos Sar, asegura que la situación no es exactamente así. Cita al menos dos expedientes abiertos por la Policía y, aunque reconoce que no se está controlando de oficio el cumplimiento de la ordenanza, afirma que el World Family no es el único local implicado. «Actuamos onde temos denuncias», afirma Sar, que cita otro negocio en el que también se hicieron las mismas mediciones y un tercero que ya fue sancionado por tener música en directo, cuando carece de licencia para ello. Caso también del World Family, en el que el teniente de alcalde entiende que «porque estean alí tocando unha guitarra non molesta a ninguén», pero no es eso lo que ocurre, o lo que denuncian desde el establecimiento de al lado. Recalca que López utiliza el hecho de que las propietarias del establecimiento contiguo sean las hijas de la concejala de Cultura, pero hay hechos objetivos que refutan sus quejas, como la cancelación de habitaciones o los comentarios negativos en las centrales de reservas «polo ruido do local do lado».

Por otra parte, explica que, cada dos por tres, tienen que estar contestando requerimientos al respecto de la Valedora do Pobo. Asegura que se habló con el hostelero desde el principio, que hace ya dos años la mayoría de vecinos de la zona firmaron un escrito de queja y que esta pasada semana un particular volvió a quejarse ante él. De ahí que entienda que está en las manos de López solucionar la situación. Afirma que desde el Concello ya han sido bastante permisivos con dos inspecciones sin que se haya impuesto aún sanción alguna al respecto.