Nostalgia de unos ojos: un amor frustrado sigue siendo un amor

luis lamela

CEE

Una joven de la época
Una joven de la época

GALICIA OSCURA, FINISTERRE VIVO | Escribió Alberto Insua: «Esta es mi imagen de Cee, la de aquella encantadora joven que jamás respondió a mis cartas...»

17 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Estoy acostumbrado a beber de las palabras de otros para componer determinados collages de lo que fue el pasado de las tierras y gentes de nuestro entorno, del finisterre; a veces de épocas remotas para que nos devuelvan la memoria. Mochilas del pasado, estudios de lo pequeño o historias simples y nombres perdidos en el olvido. Estos días que se han celebrado las fiestas, atípicas por el coronavirus que nos acecha, de la Virxe da Xunqueira de Cee, quiero recuperar un testimonio, seguramente desconocido para la gran mayoría, de un hispano-cubano que pasó varias temporadas en el domicilio de Corcubión del famoso Don Pancho, el que fuera práctico del puerto de La Habana, en 1898:

«(...) Era yo un mozalbete, de unos catorce años, cuando asistí a unas fiestas de la Virgen de la Junquera. Y me veo, no por las calles y plazas de Cee, animadas por el holgorio público, por el paso de la procesión, por las bandas de música y los grupos de los gaiteros, sino que mi juvenil, mi casi pueril figura, reaparece ante mis ojos bailando, de noche, en un salón iluminado, en su salón florecido de jóvenes bellísimas. Y de una de estas jóvenes de ilustre familia de Cee, andaba yo enamorado, y le escribía versos y cartas ardorosas. Pero al hallarme en su presencia y en ese honesto contacto de la danza; todo en mi espíritu era timidez y silencio. Solo acertaba ruboroso, a fijar mis ojos en los suyos, que, en su semblante pálido, lucían como dos estrellas. De aquellos ojos conservo todavía la nostalgia. Y nada más. Esta es mi emoción y mi imagen de Cee: la de aquella encantadora joven que jamás respondió a mis cartas ni me dijo si le gustaban mis versos. Fue una pasión platónica.., y no correspondida. Y hay un caballero en Cee, a quien me une antigua y afectuosa amistad, que sabe de esa novela que hubiese querido vivir, y no vivió, el que estaba destinado a escribir tantas novelas, donde no seria difícil hallar el reflejo de aquellos ojos estelares que se velaban, indiferentes, al chocar con los míos. Pero un amor frustrado sigue siendo un amor»... (La Voz de Galicia, del 14 de agosto de 1958)

Una gran obra literaria

El escritor hispano cubano Alberto Insúa, Hijo Adoptivo de Corcubión desde septiembre de 1950, explica en el texto precedente, que tituló, Nostalgia de unos ojos, cosas que también nos han ocurrido a muchos de nosotros, y ofrece la oportunidad de evocar e interrogarnos al mismo tiempo: ¿Quién no sintió lo mismo a esa edad? ¿Quién no tiene nostalgia en algún momento de la vida del tiempo pasado, de ilusiones juveniles o breves encuentros y fracasos sentimentales? ¿Quién será la adolescente que no contestó las cartas del que, años después, fue un prestigioso escritor?

Tampoco dudamos de que en 1958 Insúa temía perder ese vínculo que le unía a Cee, un mundo aquel que ya nada se parece al nuestro. Y esta pequeña historia que él nos contó es como una gota de agua perdida en el océano. En todo caso, es una realidad reconocible. Quizás en la vieja necrópolis de Cee, ese singular espacio geográfico que domina el mar de la ría de Corcubión, en el que parece que no se mueve el tiempo, aparezca una vieja lápida con su nombre [María José, Laura, Marisa... ¡quién sabe!] o que esté borrado y desaparecido para siempre. Lo que sí es cierto, es que Alberto Insúa era en aquel entonces un ave de paso..., solamente de paso, y le quedaba por delante construir una gran obra literaria. Y, a la adolescente que señala en su texto, escribiéndolo con tinta de nostalgia, le esperaba quizás un matrimonio, formar una familia y pasar por la vida dejando una única huella: en el amor de sus seres queridos. También, y sin ella intuirlo, un pequeño surco en el camino de la vida del escritor.

Dos viajes por la existencia y distintas novelas, disímiles. Dos miradas diferentes. O dos rostros que mal envejecieron, que también pudiera ser. Y no queda más que este breve texto publicado en un viejo diario, en La Voz de Galicia de un día de 1958, que es memoria de un sentimiento de uno solo de los protagonistas.. Y la villa de A Xunqueira convertida, además de, en una geografía física y social, también sentimental, emocional y nostálgica; con vidas perdidas y aventuras separadas, caminos que no convergieron, e historias que no fueron, perdidas en el mar del tiempo.