
Su familia quedó perpleja al ver sus buenas dotes con el balón, pues no las había mostrado con anterioridad
09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.A Manu Pérez Muñiz (Baldaio, Carballo, 2008) le detectaron un trastorno de espectro autista antes de cumplir los dos años. Ya entonces comenzaron unas sesiones de terapia que han sido una constante en sus 14 años de vida. Todo lo contrario a las actividades físicas, por las que nunca había demostrado ningún tipo de interés. «El fútbol nunca le gustó, pero al ver cómo me ponía viendo los partidos de la selección durante el Mundial, empezó a buscar en Youtube todo tipo de vídeos relacionados con la pelota y se aprendió todo», comenta Elvira Muñiz, su madre, que practicó fútbol y que ya le había intentado enseñar en diferentes ocasiones, sin grandes resultados.
Con todo, al apuntar a su hijo pequeño, Jose, al cámpus que ofrecía la Escuela de Fútbol Sala Awen durante esta Semana Santa en el colegio San Luis Romero, pensó que también sería una gran oportunidad para Manu, ahora enamorado de la pelota. «Hablé con Matías y me dijo que se lo llevase y no me pude llevar una sorpresa más grata», cuenta Elvira, pues Manu no solo se mostró muy participativo, sino que además demostró su nivel. «Hicimos pequeñas competiciones y ganó en la de uno contra uno. No le regalamos nada, el premio era un balón y se lo llevó con todo merecimiento», confiesa Matías Navarrete, director de Awen.

«Yo no lo conocía, pero me sorprendió mucho porque socialmente muy bien y por la mejoría motriz que puede tener de aquí a un año», continúa Navarrete, que en la escuela ya había trabajado con niños que padecían distintas discapacidades, pero nunca con alguien diagnosticado de autismo. «Quedé muy contento, es tremenda la felicidad que te da ver que el espacio que creaste sirve para este tipo de historias», señala el argentino, impulsor de Awen.