Personas con historia | El empresario iba para paracaidista, pero una lesión truncó una carrera apenas iniciada. Con el tiempo convirtió la discapacidad en una oportunidad de crear puestos de trabajo para personas con dificultades y montó una fundación para ayudar. Los refugiados ucranianos han sido de los primeros beneficiarios

Cristina Viu
Barcelona, 1960. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Redactora de La Voz de Carballo desde 1987

José Ramón Dourado (Corme, 1976) se pasó ayer la mañana en A Coruña realizando gestiones para terminar de legalizar la situación de los refugiados que se alojan en Corme. La invasión de Ucrania está casi en el centro de su vida y por dos razones distintas. Como presidente de la Fundación Mencer es responsable del grupo de 12 personas que fueron a buscar a Polonia y que han alojado en pisos en Corme. Por otra parte, como administrador de la Panificadora Mencer, la guerra ha trastocado las cuentas de la empresa que dirige y casi el trabajo entero al provocar un aumento del precio del cereal y una gran escasez de aceite de girasol.

El mundo de los negocios no era el que se imaginaba seguir el José Manuel Dourado que empezó sus estudios en Corme y los terminó en A Coruña. Cuando les comentó a sus padres que lo que quería era ser militar no se lo tomaron nada bien. «Querían que estudara unha carreira. Era o que se facía daquela», explica.

El chico tenía muy claro lo que quería ser en la vida y se fue a la mili de voluntario para poder elegir destino. Escogió ser paracaidista y allí mismo explicó que la suya era una vocación profesional. Realizó los cursos necesarios y primero pasó por Murcia y después por Alcalá de Henares. Fue allí donde le cambió la vida, después de tres años haciendo realidad su sueño.

«Despois dun salto en paracaídas tiveron que operarme da columna», explica. La lesión era seria y la intervención no fue suficiente, por lo que tuvo que abandonar el Ejército, con un certificado de discapacidad del 36 %. Con todo lo que ha visto después en su vida profesional se considera una persona afortunada.

Antes de reiniciar su vida, José Manuel Dourado reconoce que estuvo una temporada dedicada a «lamberme as feridas», en un sentido más figurado que real, pero pronto se dio cuenta de que lo único que podía hacer era adaptarse a su nueva situación. «Son unha persoa vitalista, dinme conta de cal era a situación e de que non había máis. Despois de operarme seguir no Exercito non era factible», explica.

Pasó meses inmovilizado y después vino un año y medio en el que le dio vueltas a varias ideas. Entonces llegó un tiempo de búsqueda y de preparación. «Pensei que ía facer coa miña vida e me púxenme outra vez a funcionar», recuerda. Se formó y empezó a ir de un centro especial de empleo a otro. Primero en Corme, después en Oleiros y ahora en Bergondo, donde montó con otros cuatro compañeros la empresa que tiene ahora. Fue en el 2014 y donde entonces eran cinco ahora son casi 30. Además, casi el 90 % del personal tiene una discapacidad reconocida. «Sempre digo que o importante é dar o 100 % de cada un o que pasa que é que non todo o mundo ten a mesma capacidade», explica. Trabaja con muchas personas con discapacidad intelectual y señala que, según su experiencia, son las personas que más se esfuerzan.

Ahora tiene varios proyectos en la cabeza, pero poder llevarlos a cabo dependerá de la situación y, sobre todo, de la guerra en Ucrania, que ha aumentado para los próximos meses la población de un Corme al que vuelve todos los fines de semana, ya que su trabajo lo mantiene viviendo en A Coruña.

Reconoce que el trabajo en el sector de la panadería, donde empezó hace poco más de diez años, fue una mera casualidad. Se ha ido especializando con el tiempo, pero no se ha quedado en ese ámbito. Desde el 2017 ha diversificado el negocio. En ese año crearon una compañía de distribución, y en el 2019, una gestora que lleva varios centros especiales de empleo.

«A máis difícil é a segunda vez que saltas en paracaídas, porque xa sabes o que é»

Asegura que el primer salto en paracaídas no fue traumático ni nada parecido. La inconsciencia o la vocación hicieron que fuera sencillo. «Non sabes onde vas, non tes medo. A primeira vez é a máis fácil», explica. A ese estreno que colmó toda su vocación siguieron más lanzamientos. «A segunda vez é a máis difícil porque xa sabes o que é», señala. Una vez superado ese escollo, todo el resto viene rodado. «Os seguintes son máis sinxelos», añade. La cuestión es que tenía una gran vocación y todo esto se frustró en solo tres años.

Ahora se enfrenta a proyectos empresariales, lo que también da cierto vértigo. Reconoce que en todo este tiempo ha tenido varios tropiezos. «O responsable de Bico de Xeado díxome un día que ata que non te arruínas tres veces non empezas a aprender realmente cómo funcionan os negocios e creo que ten razón», expone.

No especifica las veces que ha perdido dinero a causa de la falta de experiencia, pero sí cómo prefiere trabajar. Cuando conoce a alguien que tienen una idea interesante prefiere asociarse a contratarlo. Esa es su política y hasta el momento no le ha ido mal. De hecho fue lo que hizo en el 2014 cuando decidió que podía ir por su cuenta con el respaldo de otros como él en lugar de trabajar para los demás.

Con el dinero que va sobrando llena las arcas de la Fundación Mencer, que ahora ayuda a doce refugiados. De esos beneficios ha salido el dinero para el alquiler de los pisos y para que los eslavos que ha acogido puedan comenzar una nueva vida a la espera de que la situación en su país se solucione. Ellos ponen de su parte, pero los vecinos de Corme también tienen un papel muy importante en la acogida.