Arturo Moreno: «Cuando me fui de Venezuela no se encontraba comida, literalmente»

s . g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana Garcia

Lucha por vivir de la música: acaba de grabar en Carballo el vídeo de «Bailando»

15 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Arturo Miguel Moreno González es Arturo Moreno para el mundo de la música, de la canción, por la que lucha a brazo partido desde muy joven, y eso que aún lo es, ya que tiene solo 27 años. La suya es una historia de superación, decisión y valentía que lo trajo hasta España hace cinco años, y que por las carambolas de la vida (primero, por la amistad con una cantante; después, el amor) acabó a principios de este 2020 (pocas semanas antes del arranque de la pandemia) en Carballo, donde ahora vive y trabaja. Y feliz. «Me encanta Carballo, y la gente, el calor humano. Estoy muy a gusto, me adapté muy bien», explica. Mejor que en Madrid, donde estuvo antes.

La historia arrancó mucho antes, cuando se fue de su país, al que echa mucho de menos, sobre todo por su familia (por cierto, plena de músicos y cantantes, con un abuelo que fue muy conocido en su momento). Es originario de Valencia, al lado del lago del mismo nombre. «Cuando me fui de Venezuela no se encontraba comida, literalmente. Había unas colas interminables, daban la vuelta a la manzana. Y después dependía del día de la semana que te tocase, y también había gente que compraba y revendía más caro».

El panorama que recuerda es desalentador. «El salario mínimo era de unos siete euros, en bolívares. La gente está desesperada, ha habido casos de desnutrición», explica. Por ahora, no se plantea volver, y además ayuda en todo lo que puede a su madre, que reside en Venezuela.

Cuando se marchó, primero recaló en Aruba, una isla holandesa al norte de su país. Después pasó a Panamá, y le salió la opción de irse a España para cantar en una orquesta. Como no tenía dinero suficiente, durante dos meses trabajó de cuatro de la mañana a 11 de la noche, siempre en la hostelería (antes, lavando coches). Y logró viajar, pero las cosas no fueron al principio como esperaba, en un grupo de Toledo, y con las evidentes dificultades para salir adelante, sofá incluido para dormir en casa de unos conocidos, pero salió.

Después se fue a otra de Don Benito, en Extremadura. Más tardea pasó a otra en Talavera de la Reina, creciendo y aprendiendo, aunque cada vez que se iba sus jefes no quedaban muy convencidos, ya que preferían tenerlo con él.

Fue pasando el tiempo, y entonces surgió la posibilidad de Galicia, y aquí está. Puede parecer que, ya que se estaba asentando y cada vez le iba mejor, fue un salto arriesgado el cambio, a una tierra que no conocía, sin familia. «Yo sabía que si me venía para aquí, algo encontraría. Confío mucho en mí, siempre lo he hecho». No se arrepiente, y destaca sobre todo haber encontrado «mucha humanidad, gente excelente».

En Galicia, como en todas partes, el covid lo condicionó todo. «La vida va por otra vía», asegura. Pensaba estar ya en una orquesta, pero la temporada se frustró. Su vida es la música, presente y futuro, pero hay que comer y la hostelería se lo da. Aún así, no para. «Mi mente nunca está quieta». Hace no mucho grabó un tema en gallego, Mal de amor, una bachata con Nerea Blanco, cantante de la Compostela. «Me gusta mucho cómo canta, se lo propuse y aceptó». Ambos quedaron encantados, y él de paso progresó en su gallego en el que da pasos pocos a poco. «Desde luego lo entiendo, y a veces me sale un pouquiño». Fue uno de los descubrimientos de llegar a Galicia, saber que había un idioma propio. Y una gastronomía. «Me encanta el pulpo y el churrasco, y el clima es perfecto». Recuerda el sabor, como le dijo su cuñado, a la parrilla de allá. Siendo como es de Valencia, tuvo cerca a la Hermandad Gallega de la ciudad, aunque por supuesto sin contacto con ellos. Eso sí, todas los panaderías de Valencia eran de gallegos. Lo de quedar en una orquesta se mantiene en sus objetivos. «Pero ahora es complicado. Mucha gente muy buena ha tirado la toalla. Yo tengo la esperanza de que se arregle».

Un vídeo grabado en Carballo entre las 7 de la mañana y las 2 de la madrugada

 

Como Arturo no para, hace unos días grabó un vídeo clip de su nuevo tema, Bailando, un ritmo de kizomba que se puede ver en sus redes. Fue un trabajo intenso, de casi 24 horas, grabados en varios escenarios de Carballo. La primera idea fue realizarlo en el local Magic, pero tal y como están las normas con los aforos de locales cerrados y los horarios nocturnos, esa vía quedó descartada. Y rápidamente ideó otra, con unos sets de colores para algunas tomas, que hubo que pintar y preparar en Bértoa (que es donde él trabaja). En Razo rodó más imágenes, junto a una modelo de Coristanco. Y en una calle de Carballo, de la zona del Bergantiños, llegaron las escenas con un coche que le prestó un amigo. Para cerrar esa rúa unas horas hubo que pedir permiso a la Policía Local, y no tuvo ningún problema. Asegura que algo así sería casi imposible en su país, por lo que está muy agradecido. De hecho, Arturo le da las gracias a mucha gente que, en unos momentos y en otros, le ayudan a salir adelante, para el trabajo y para cumplir sus sueños. En esta aventura musical, Rodrigo Gómez, María José Pereira, Jorge Luis Puglisi, Javier Meza...

 Fue un trabajo que dio mucho que hablar, sobre todo por quienes vieron la llamativa producción del clip y extendieron vídeos por las redes sociales. Pero eso durará hasta la siguiente canción, cuestión de días, una bachata con el título de Por tu amor. Y así, un paso tras otro. 

En las redes (Instagram, Youtube...) pueden seguirse sus canciones, sus covers (versiones) mejor que con chicos. Cuestión de afinidad. Así es su vida ahora, esperando que fructifique su trabajo en la música, su esperanza al salir de Venezuela.