Bolardos

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

CARBALLO

01 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco se puede hacer contra el mal cuando el mal no teme represalia alguna. Cuando lo que en realidad busca es un colofón de inmolación. El terrorismo yihadista es ese tipo de mal porque sus asesinos no persiguen escapar tras atentar. Es más, casi todos provocan ser abatidos a tiros por la policía. Desde que en Niza se atentase por primera vez con el método del atropello masivo mucho se habla de colocar bolardos y otros objetos que impidan el acceso de coches a zonas peatonales especialmente concurridas. Santiago, por ejemplo, las tiene. La más evidente es la plaza del Obradoiro, pero hay otras que tampoco conviene airear para no dar pistas a los terroristas. Se han tomado medidas y se van a tomar más que de alguna manera dificultan este tipo de atentado y eso está bien. Es positivo y desde luego necesario. Pero tampoco conviene engañarse. Un bolardo o un gran macetero no va a librarnos del mal. Es fácil matar, desgraciadamente.

Y aunque está bien poner obstáculos a los asesinos, el mejor bolardo contra el terrorismo somos cada uno de nosotros. Estando unidos. Siendo cada vez más tolerantes y solidarios con los musulmanes que viven entre nosotros y que tienen la desgracia de que les metamos en un saco en el que por justicia jamás deberían estar. No buscando culpables, porque los únicos culpables son los asesinos. Y, sobre todo, no haciendo de la lucha contra el terrorismo un arma política. Ni los gobiernos para querer demostrar lo buenísimos que son ni los grupos de la oposición para criticarles. Solo hay un arma realmente efectiva contra el mal. El bien. La bondad. Y esa debe de ser nuestra mayor aspiración nuestra principal esperanza.