ARA SOLIS | O |
05 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.LOS VECINOS de A Lousa, en la parroquia cercedense de As Encrobas, llevan años sufriendo en silencio las descargas de carbón de Limeisa. Suena a anuncio de antiemorroides, y lo cierto es que las molestias que les causan la carbonilla deben parecerse mucho a un dolor en el trasero. Sin embargo, y para desgracia de los sufridores, para los restos del mineral que se cuelan por cualquier esquina no hay pomada que sirva. Por eso parece más que lógico que los lugareños hayan perdido la paciencia. Lo demostraron el viernes, con un secuestro sui generis en el que tres empleados de la compañía fueron invitados a permanecer encerrados hasta que alguien les diese una solución. No les sirvió de nada, como tampoco les sirvió cortar el tráfico o encararse a la Guardia Civil, ni pedir, literalmente, ayuda a gritos. Los vecinos han sido ignorados por la compañía. La misma que durante más de 30 años se ha beneficiado del pueblo y que ha ignorado las quejas de los lugareños y ha intentado acallarlas limpiándoles los cristales de vez en cuando. Ningún responsable de la empresa quiso enfrentarse a los afectados ni a los medios de comunicación, supongo que no por temor -nada le iban a hacer por muy exaltados que estuviesen, ya que allí había suficientes guardias civiles para mantener a raya a los sublevados, en su mayoría ancianos-. Supongo que nadie no dio la cara porque tiene que ser muy difícil encontrar una buena excusa a la situación que los lugareños sufren desde hace varios años. Debe de ser imposible justificar que las casas de A Lousa estén llenas de polvo negro y que por mucho que limpien los vecinos les sea imposible sacarlo de sus vidas. Debe de ser dificilísimo dar la cara ante una veintena de personas que sufren en sus pulmones las consecuencias de respirar a diario la carbonilla de Limeisa.