María José Sampedro: «Cando me dixeron que tiña lupus, no ano 1986, nunca escoitara esa palabra»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

carmela queijeiro

Fue diagnosticada tras un brote que la dejó temporalmente postrada en una cama

29 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El 10 de mayo se conmemora el Día Mundial del Lupus y por eso durante todo el mes las redes se llenan de mariposas, el símbolo de una enfermedad que todavía es una gran desconocida y con la que muchos empezaron a familiarizarse gracias al televisivo doctor House. Es una dolencia autoinmune, que tiene en el complicado diagnóstico uno de sus principales enemigos. Lo sabe la ribeirense María José Sampedro, que sufrió durante meses antes de que consiguieran ponerle nombre a unos síntomas que la habían dejado postrada en una cama con un hijo recién nacido.

Ya desde el anterior parto, hacía dos años, notaba dolor en algunas articulaciones, al que trataba de restarle importancia. Pero fue tras el nacimiento de su segundo hijo, cuando su situación empeoró de forma notable: «Naceu prematuro e eu ía todos os días a visitalo ao hospital de Santiago. Comecei a ter moita dor nos brazos e nas pernas, ata o punto de custarme andar». Tenía 21 años cuando llegó a urgencias en una silla de ruedas empujada por su madre. Permaneció ingresada 20 días y fue durante aquella estancia cuando le diagnosticaron la enfermedad: «Cando me dixeron que tiña lupus, no ano 1986, nunca escoitara esa palabra».

Por eso, en un primer momento, María José Sampedro escuchó el diagnóstico aterrada, aunque por otra parte sintió alivio al poder ponerle nombre a su enfermedad. Su situación mejoró notablemente cuando el tratamiento elegido para ella, mediante cortisona, funcionó y pudo recuperar la movilidad, lo que le permitió ocuparse de sus pequeños. Desde entonces, vive con el miedo a que un rebrote la vuelva a dejar postrada en una cama, por lo que está siempre alerta a los síntomas y extrema las precauciones: «Nunca tiven outro episodio tan grave como aquel, porque agora, en canto noto que empeoro, xa vou ao médico para frealo con tratamento».

Siempre alerta

Pero, después de 34 años con cortisona, los efectos secundarios se dejan notar cada vez más: «Un dos problemas principais é a descalcificacións dos ósos. Hai un par de anos tiven que estar nunha cadeira de rodas porque rompín os dous pés». A mayores, María José Sampedro tiene siempre el nivel de plaquetas al límite: «Cando noto un sangrado forte, xa vou por urxencias, pois corro o risco dunha hemorraxia interna».

Pese a las limitaciones derivadas del lupus, esta ribeirense ha conseguido hacer una vida más o menos normal. De hecho, lleva 13 años trabajando en la recepción de una clínica de podología e incluso destina parte de su tiempo libre a una de sus grandes aficiones, caminar: «Teño que ter coidado, pois teño inflamación nas cadeiras e non podo forzar a máquina, porque sei que iso pode derivar en fracturas».

Entrar a formar parte de la Asociación Galega de Lupus, Agal, le sirvió para compartir experiencias con otros enfermos e incluso para ampliar sus conocimientos sobre este mal: «Axuda moitísimo estar en contacto con outras persoas que teñen os mesmos problemas ca ti». Sabe además que la unión hace la fuerza y, en este caso, esa alianza debe servir para reivindicar investigaciones: «O obxectivo é que se consigan tratamentos para mellorar a nosa calidade de vida».

Acostumbrada a convivir con el lupus, María José Sampedro sintió la llegada de una nueva amenaza con la irrupción del coronavirus: «Sintes máis medo porque sabes que es máis feble e tes polo tanto máis posibilidades de contaxiarte e de ter máis complicacións». Pero ha vuelto poco a poco a la rutina, «hai que tirar para diante, non se pode estar encerrado eternamente». No tiene dudas, ante un posible rebrote del covid-19, será de las primeras en confinarse.