Mucha legislación, poco control

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe CRÓNICA

NOIA

05 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Afirmó el político y escritor francés Montesquieu que las leyes inútiles debilitan a las necesarias, y yo añadiría que lo que se necesitan no son más leyes, sino capacidad para aplicarlas y hacer que sean realmente efectivas.

Viene esto a cuento de la nueva encomienda que les ha caído a los ayuntamientos, que comienzan a parecer el trastero de las Administraciones autonómica y central. Algunas cabezas pensantes se han sacado de la chistera una nueva ley de espectáculos para evitar los desmanes en la realización de conciertos, en los horarios de apertura y, de paso, pretender controlar lo incontrolable en la celebración de verbenas populares.

Lo dicen los hosteleros de la comarca y no puedo menos que darles la razón. Que no pueden realizarse actuaciones musicales en establecimientos sin insonorizar o que carecen de la licencia correspondiente viene de lejos, seguro que si nos ponemos a buscar aparece hasta en el Derecho Romano. Si de verdad se quiere poner coto a quienes infringen la ley, lo que hay que hacer es controlar el cumplimiento de las normativas. No es necesario aprobar más leyes. Con las que hay es suficiente.

En cuanto a las exigencias que cada año que pasa van sumándose a la organización de verbenas populares, puede que sea más práctico prohibir directamente este tipo de celebraciones y, problema resuelto. La fatalidad existe y hay que vivir con ello. Ni el más estricto de los controles puede impedir ni evitar que, en un momento dado, cuando menos se espera, hasta cuando parece imposible, se produzca un desgraciado accidente. No hay legislación en el mundo que pueda luchar contra eso.

Que no puede introducirse más aforo del establecido en una sala es sabido y quien incumple esa norma buscando el lucro con la venta de entradas es muy consciente de ello, pero juega con la elevada posibilidad de que nadie lo controle y, si todo sale bien, se saca un dinero extra. Ahora bien, pretender equiparar eso a la romería de cualquier parroquia barbanzana, en la que se juntan los vecinos en un espacio público y abierto es una cosa muy distinta. No digo yo que no esté bien tener un plan de evacuación por si se produce un incidente en la plaza en la que tiene lugar la verbena, pero ¿cómo se calcula el aforo del Malecón de Ribeira o de la Alameda de Noia?.

Comisiones de fiestas y locales hosteleros andan de cabeza por las repercusiones que pueden traer estos cambios legislativos y el problema es que, de nuevo, pasará como siempre. Un montón de artículos para engrosar a la lista que, al final, acabarán pasándose por alto unos y otros. Bueno, los pardillos de turno vuelven a ser los ayuntamientos.