La constitución de comunidades de montes en mano común también ha servido, en algunos puntos de la comarca barbanzana, para solucionar las graves carencias de base territorial que registran buena parte de las explotaciones agroganaderas. Algunos ejemplos de ello son las comunidades mazaricanas de Castro, Liñares, Foxas, Xián o A Manda. Todas ellas optaron por roturar una superficie importante de monte con el fin de convertirlo en praderías que, posteriormente, fueron distribuidas entre los comuneros.
Según fuentes del Ayuntamiento de Mazaricos, que colaboró con los vecinos en la constitución de las comunidades de montes y en la petición de devolución de sus terrenos, se calcula que la superficie agraria útil creada a raíz de la puesta en funcionamiento de estas entidades se sitúa en torno al medio millar de hectáreas.