Es verdad que las declaraciones realizadas por Vinicius Junior a un periodista de la CNN se trasladaron a muchos medios y foros españoles de forma sesgada. Sin duda, de forma intencionada. Puede que tanto como las declaraciones del diestro jugador carioca porque en este gran negocio que es el fútbol nada es casual. Aún así comete Vinicius dos errores de bulto que dejan claro que lo suyo es darle a los pies y no a la cabeza. En primer lugar confunde a unos energúmenos que van a un campo de fútbol, que los hay, con un país que se vería por ello privado de organizar una final del Mundial 2030. Pero todavía confunde otras cuestiones más preocupantes. La marrullería, la chulería, el insulto, la provocación y la mala educación nada tienen que ver con el color de la piel. Son graves faltas de las personas, transversales a las etnias.
Hay un buen número de jugadores de raza negra en la liga española y, al margen de episodios puntuales que deben ser castigados con arreglo a la ley, ninguno vive una situación como la suya. En cambio Eric Cantona y Hristo Stoichkov, por ejemplo, siendo blancos, tuvieron problemas parecidos.
Como se rumorea que acabará más pronto que tarde jugando en una de las súper ligas árabes, ya podrá olvidarse de España. Espero que también aproveche su altavoz mediático para denunciar las gravísimas transgresiones de los derechos humanos que, según organizaciones dignas de todo crédito, allí se dan.
Sin duda es digno de estudio lo que pasa en un campo de fútbol, pero no desde la óptica del racismo. Solo hay que ver los insultos que reciben los árbitros o incluso algún entrenador.