Alquilan un chalé con piscina en Boiro y cuando llegan de Madrid no existe
BARBANZA
Los estafadores usaron una web inmobiliaria para anunciar su casa fantasma
02 ago 2023 . Actualizado a las 19:27 h.Una piscina infinita rodeada de hamacas, salón con vistas, cuatro habitaciones, cocina con isla central, aire acondicionado, wifi... Lo que iban a ser unas vacaciones idílicas en un chalé de lujo, se convirtieron en una auténtica pesadilla para una familia de Madrid que no pudo empezar de peor forma su descanso veraniego. Cuando hace unos días llegaron a Boiro, la casa de ensueño que habían alquilado no existía o, mejor dicho, en su lugar había otra muy distinta a la de las fotografías y que es la residencia habitual de una familia del municipio.
«Ya habíamos venido varias veces a Galicia y queríamos volver. Así que me pasé tres semanas peinando Booking y Airbnb hasta que encontré este chalé que encajaba en mi presupuesto y, como además tenía cuatro habitaciones, así también me podía traer a mis suegros. Costaba 1.800 euros por nueve noches y no sospeché que fuera una estafa, aunque ahora me dicen que debería haber pensado que era muy barato, pero es que como todo está tan caro», apunta Raquel Torres.
Como ella lleva años reservando a través de estas plataformas inmobiliarias no pensó que habría ningún problema pero, por si acaso, antes de que venciera el plazo en el que podía cancelar el alquiler sin perder dinero, llamó por teléfono al supuesto dueño del inmueble. «No me cogió, así que después de intentarlo varias veces me puse en contacto con Booking, y me dijeron que no había ningún problema, que la reserva estaba confirmada», recuerda.
Ella no quería anular porque se quedarían sin vacaciones y la casa le encantaba, pero cada vez se ponía más nerviosa cuando no le contestaban al móvil y desde el portal inmobiliario le insistían en que todo estaba correcto, «que no tenían ningún protocolo si no se contactaba con el dueño antes de llegar, solo actuaban si había algún problema a la hora de entregar las llaves y no aparecía, que se nos reubicaría en algo similar o mejor». Con esa respuesta cogida con pinzas Raquel Torres, su marido y su hijo pequeño se metieron en el coche y cogieron carretera rumbo a Boiro, «pero yo venía un poco angustiada e intranquila, porque de las mil veces que había alquilado en todo el mundo nunca me había pasado nada igual».
Dirección equivocada
Después de siete horas de viaje y con un calor agobiante, aterrizaron en el municipio boirense, donde se inició la pesadilla. «Fuimos a la dirección indicada y al acercarnos ya vimos que la casa no se correspondía con la de las fotos. Mi marido es arquitecto y ya dijo nada más verla que no era esa. Pensamos que nos habíamos equivocado y durante veinte minutos estuvimos dando vueltas a la manzana, hasta que nos dimos cuenta de que nos habían estafado», asume la madrileña. Para confirmarlo, lograron hablar con una persona que salía de la casa que supuestamente habían alquilado, y les confirmó que se trataba de la residencia habitual de una familia de Boiro.
Empezó entonces la auténtica tortura, porque durante cerca de tres horas Raquel Torres se pasó colgada del teléfono hablando con los operadores de la plataforma inmobiliaria, «y cuando ya le había contado toda la historia y accedían a mi expediente, justo se cortaba la comunicación, y tenía que volver a llamar y me cogía otra persona y vuelta a empezar. El tiempo iba pasando y no me ofrecían ninguna alternativa o algo que me gustase, y ya me veía que no teníamos donde pasar la noche».
Una noche alojados en un hotel y luego reubicados en una villa en Nigrán
Harta de esperar una solución por parte de la compañía inmobiliaria, Raquel Torres se puso a buscar por su cuenta un lugar para poder dormir y encontró que quedaba libre una habitación en el Hotel Lombiña de A Pobra, así que allí se fueron, «porque estábamos reventados y muy rebotados. Había hablado con ocho personas y me habían ofrecido dos opciones que no me gustaban ninguna y, encima, al día siguiente llegaban los abuelos».
Por la mañana volvió a ponerse en contacto con el portal de alquiler de inmuebles y otra vez se dilató la solución, hasta que al final pudieron dar con una casa que más o menos se ajustaba a sus necesidades. «Aunque es algo parecido, no es lo mismo. Está en Nigrán, y es como un apartamento dentro de un chalé, y cuesta 600 euros más, es decir 2.500 euros por nueve noches, que me parece un precio desorbitado».
Además, para poder disfrutar de esta estancia, Raquel Torres ha tenido que adelantar ella este dinero —más los 1.800 de la casa fantasma—, y luego la compañía inmobiliaria dice que se los reembolsará.
Tomadura de pelo
Después de esta experiencia tan horrorosa, la madrileña confiesa que «ahora me da la sensación que todo es una tomadura de pelo, y desde luego no creo que vuelta a alquilar una vivienda a través de una plataforma inmobiliaria. Seguramente reservaré siempre en un hotel, porque con un niño pequeño no vuelvo a asumir ningún riesgo».
Aunque el inicio de las vacaciones fue un horror, Torres y su familia están encantados de haber viajado a Galicia, sobre todo el más pequeño, que era la primera vez que veía el mar: «Él no se ha enterado de nada y es el niño más feliz del universo».