Los pesimistas

Celia Riande García
Celia Riande PATIO INTERIOR

BARBANZA

17 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La suerte del pesimista es que ninguna desgracia le coge por sorpresa, aunque no por ello duela menos.

En un mundo en el que los libros de autoayuda se convierten en éxito de ventas con eslóganes baratos y la promesa de que existen prados más verdes, no siempre hay hueco para los que, como decía Alejandra Pizarnik, andan rodeados de muerte.

Los pesimistas, como los osos cuando se acerca el frío, preparan todos los bártulos necesarios para que, en el momento en el que todo se tuerza, puedan intentar salir de una sola pieza. No por ello están más preparados, lo hacen con las lágrimas en los ojos esperando no caer.

Y puede que la vida consista en una eterna despedida, pero no siempre es sencillo asumir que ya no cogerás ese tren ni te volverá a dar el sol en la cara, aunque aquel fuera el camino que ya nunca va a ser.

Que quizás lo difícil es ver que hoy te asfixias, pero volverán las flores y el San Juan. Que tienes que creerlo aunque ahora llores, y que los tréboles que habías guardado entre los pliegues ya están muertos pero siguen oliendo. Que un día volverás a ver Venus, aunque hoy todavía no.

Y si nos vamos a aquel vivero y nos emocionan las mismas cosas el resto del mundo no importa, y si algún día te asfixiaste quizás necesites una mano ayuda para, por fin, aprender a nadar.

La suerte del pesimista es que ninguna desgracia le coge por sorpresa, pero en ocasiones las cien mil batallas en su interior, los mil escenarios que ha imaginado, no le permitan disfrutar de lo de ahora ni de lo que vendrá, condenándolo a caminar sin pasos, sin llegar a reconocerse en los espejos.