Operación polvorón

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

«La operación polvorón, consistente en perder kilos antes de Navidad, me va regular. Los kilos se me acumulan como libros en la mesilla. Y eso que en la mesilla tengo el Quijote»

16 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Doce galletas Chiquilín suman mil quinientas calorías. Ese es el precio que he tenido que pagar para callar esta melancolía. Hay tardes buenas, tardes malas y tardes grises, asépticas, en las que no pasa mucho. Tardes sin apellido en las que devoro una caja de galletas, el trankimazin de los gordos. La operación polvorón, consistente en perder kilos antes de Navidad, me va regular. Los kilos se me acumulan como libros en la mesilla. Y eso que en la mesilla tengo el Quijote.

Ayer fui corriendo hasta el gimnasio. No llegué a entrar. Pero fui. Y miré la puerta muy fuerte, con convencimiento. Madre mía. Volví a casa con el susto en el cuerpo. Soy muy de arrancares vigorosos, de trayectos medianos y de llegadas calamitosas. La Navidad se acerca como el payaso de It mirando desde la alcantarilla. No me siento con fuerzas para el anuncio de Campofrío y aún no compré lotería.

¿Qué le ha hecho la época del coronavirus a la humanidad? ¿Será la dieta o será la tristeza? Me da la sensación de que no apetece la alegría artificial y —sin embargo— terapéutica de la Navidad. 2020, teníamos esperanza impuesta por el eco de la canción del Dúo Dinámico; 2021, el año del derrumbamiento; 2022, el de habitar las ruinas; ¿Y 2023? Que todo siga igual, que el año que viene estemos los mismos —o alguno más-. Que nos conformemos con un par de alegrías mundanas: gambas peladas en los platos de los niños, un paquete de galletas de media tarde contra las depresiones y los abdominales. Dicen que los multimillonarios empezaron en un garaje… a mí en el garaje me robaron la bici.