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Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

Alejandro Garcia | EFE

02 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece triste pero, sentado en una silla incómoda, tomando un yogur, he terminado de leer El arco iris de gravedad, de Pynchon, la gran novela posmoderna que requiere un par de exégesis. Al cerrar el libro me he sentido como el yogur atravesado por la cucharilla: vacío, feo y contaminante. ¿Por qué me he dejado tomar el pelo durante 1.600 páginas? En una silla, parece triste, repito.

Supongo que uno necesita un libro así: un mamotreto idolatrado hasta la náusea, que navega entre el laberinto y la tomadura de pelo, que te deje una profunda sensación de pérdida de tiempo y de que eres idiota. Ahora, como ya lo leí, tocaría recomendar este infierno a otros; porque ya formo parte del exiguo y pedante club de los fanáticos de Pynchon, la auténtica literatura....

No voy a hacerlo. Es más, voy a dejar de leer obras nuevas y únicamente releeré libros que me han gustado, libros donde echarme tranquilamente a envejecer, y no estos experimentos de bocata de Nocilla con chorizo. Ayer cogí de mi biblioteca Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski, y El Quijote. No son al azar, simplemente recordé aquella cita de Dostoyevski: «No hay en el mundo una obra más profunda y magnífica. Esta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano; esta es la ironía más honda que el hombre ha sido capaz de concebir. Y si el mundo llegara a su fin y si se preguntara entonces a la gente: ¿Habéis entendido vuestra vida en la Tierra? ¿A qué conclusiones habéis llegado? El hombre podría señalar, en silencio, el Quijote». Una silla incómoda, parece triste, pero es mi cima.