COVID-19

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

28 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Vaya por delante que las medidas preventivas ante cualquier riesgo sanitario me parecen plausibles y, sobre todo, sensatas. Y que las estrategias previas, los protocolos o los planes de actuación deben estar diseñados aunque después, en función de la evolución, se vayan reorientando. Hasta ahí estaríamos ante una actuación responsable por parte de las autoridades competentes que así procedan.

Pero a mí se me antoja, ante los datos y hechos que se conocen -otra cosa es que nos mienta hasta la OMS-, que en el caso del coronavirus hay una sobreactuación; que, por cierto, ya existió en otros casos como la llamada gripe A (H1N1). Vamos a ver, por ahora, según los datos, fuera de China la mortalidad provocada por este virus es del 0,7 %, cuando la de la gripe anual en España se situó en el 1,2 en el 2019. Los porcentajes de letalidad según edad se comportan de forma similar: las muertes se concentran en personas de avanzada edad y con otras complicaciones.

Por poner algo de perspectiva. En el mundo hay 37 millones de infectados por el virus del sida (VIH), mientras que hasta el momento hay 80.000 contagios por el COVID-19. En el 2017, en España se diagnosticaron 4.000 nuevos casos de sida, 9.800 de clamidia, 8.700 de gonorrea y 4.950 de sífilis. Pero no duden ustedes que la población seguirá resistiéndose a usar condón mientras se pelean por unas mascarillas.

Ya no quiero hablar de los millones de muertes que se producen en el mundo, sobre todo de niños, por el hambre y por enfermedades evitables o curables. El coronavirus provocó 2.800 muertes hasta el momento.