Todos estamos regular

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

23 oct 2019 . Actualizado a las 05:05 h.

Lamentablemente hay muchas personas que cuando están pasando una mala etapa se enfadan con su gente cuando les dicen: «Anímate, hombre». Alegan que al estar hundido el anímate es como el cúrate cuando tienes una infección, que es insuficiente. Y es verdad hasta cierto punto, pero realmente ¿qué esperan que les digan? ¿Pues jódete y baila?

Es bastante egoísta exigirle la carrera de psicología a alguien que intenta darte consuelo lo mejor que sabe. Hay que intentar leer entre líneas las cláusulas de ese anímate, que tantas veces significa ojalá supiera ayudarte. Aunque esto se ve más claro cuando pasa el huracán, fuera del ensimismamiento que trae la depresión de copiloto.

Por otra parte, si tienes a un familiar o a un amigo que no está bien puedes intentar sustituir el anímate por dime qué necesitas o esto no es tu culpa. El anímate es la garra que hiende la frustración cuando a la persona le cuesta el doble animarse. También le cuesta el doble leer, relacionarse con los demás o quererse y eso los pone todavía más tristes, es un círculo vicioso.

Nadie está bien de todo, llega un instante donde uno acaba asistiendo al espectáculo de su propia vida como si no fuera consigo. Solo hay grietas, grietas que pueden rompernos, pero que también son las rendijas por donde entra la luz. Cada uno percibe la luz y la grieta de un modo diferente, y en esto el alma se parece a esta España con el rímel corrido, porque existe una disparidad de criterios a la hora de diagnosticar el problema y de proponer soluciones. ¿Qué puedo decir? Anímate, hombre.