Pues fíjense ustedes que los mismos que ni han sido capaces de ponerse de acuerdo para ir a comer -¡fácil se lo pongo!- tocan ahora a rebato para llamarnos a las urnas de nuevo. Es decir, estos mercenarios de la política nos están echando el mochuelo encima a los ciudadanos, como si no hubiésemos hablado hace seis meses, para que pongamos orden en lo que ellos no han sido capaces; que ha sido en todo, con la triste excepción de sus sueldos y demás mejoras. Y tienen los santos bemoles de decirnos que votemos bien, porque como somos tontas y tontos del culo y antes hemos votado mal ahora debemos hacerlo bien.
Aunque todos tengan sus pecados, sin duda la palma de oro se la llevan Pedro Sánchez y Albert Rivera, sin duda el mayor bluf -y me valen las tres acepciones del mataburrros- de la política española desde la restauración democrática. Los políticos más deshonestos con su país que pasarán a la historia por anteponer su persona al interés general de la manera más soez que se recuerda por estos pagos.
El primero porque sus gurús, que pagamos todos generosamente, leyeron en las vísceras de los populistas y los nacionalistas que iba a engordar su granero a cuenta de los despojos de aquellos. El segundo porque su ego tan solo perseguía ser el líder de la oposición y por tanto tener opción real de llegar a la presidencia. A ninguno de los dos les ha importado lo más mínimo la sociedad por la que dicen trabajar, el bienestar de los ciudadanos, el delicado y complejo contexto Europeo y mundial. Por eso me alegro, y mucho, de las tendencias que marcan las encuestas de La Voz de Galicia ¡España no paga a traidores!