Un poco de sentidiño

Ana Gerpe Varela
Ana Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

11 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Asombrada estaba una amiga de la cantidad de requisitos y certificados que este año ha tenido que reunir la comisión de la que forma parte para organizar, en un bello paraje de la comarca, una romería. El mismo día de la celebración todavía andaban con el papeleo a vueltas y cuando le pregunté como iba la cosa acabó diciéndome: «Con todos estes requisitos, non haberá quen faga unha romaría. Acábanse».

Como las previsiones meteorológicas anunciaban lluvia, los organizadores decidieron contratar una carpa. La persona que la instaló tenía todos los permisos en regla pero, aún así, tuvieron que contratar los servicios de un profesional que certificó que la estructura estaba bien montada.

La lista de requerimientos llegó a tal extremo que hasta les pedían un certificado de una infraestructura que les había prestado el propio Concello, cuyo personal también se había encargado del montaje.

Este grupo lleva cinco años organizando la citada romería, pero en esta ocasión no solo tuvieron que desembolsar más dinero, sino que sus quebraderos de cabeza aumentaron. El motivo, la nueva ley de espectáculos.

Por lo que parece, en la aplicación de esta normativa sucede como con casi todo en nuestro país. Puedes encontrarte con que la persona que debe darte el visto bueno tiene la manga muy ancha y le vale casi todo, o con alguien que es justamente lo contrario. A veces falta un poco de sentidiño.

Una vez más, existe disparidad y, por lo que parece, discrecionalidad. No digo que la norma sea poco clara, sino que es posible que algunos estén pecando de un exceso de rigurosidad a la hora de aplicarla.

Lo peor es que son varios los integrantes de comisiones de fiestas que afirman verse sobrepasados, y no faltan quienes adelantan que, si la organización de los festejos va a complicarse tanto, mejor lo dejan.

Desde luego, sería una auténtica lástima que empezaran a caer los festejos, porque si algo es propio del verano y da vidilla a muchas localidades son, precisamente, las fiestas patronales.

Las grandes celebraciones de las capitales municipales ya se encargan, desde hace varios años, de organizarlas los ayuntamientos, pero las Administraciones locales no pueden ocuparse de todas las fiestas que hay en un municipio.

Por su parte, la Administración autonómica, como acostumbra a realizar últimamente, se ha lavado las manos. Una vez más, deja el asunto bajo la competencia de los ayuntamientos. Como me apuntaba hace poco un alcalde: «¿Puede acabar siendo responsable un ayuntamiento?».

Existen numerosas dudas y sería necesario de desde la Xunta se echara una mano a los concellos.