¡A comer!

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

15 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Araíz de la noticia de la vuelta a sus orígenes de la fiesta del percebe, que se celebrará el día 23 en Aguiño, donde mariscadores de la cofradía serán de nuevo los encargados de preparar el producto, se me antoja esta reflexión.

En verano proliferan las exaltaciones de productos o preparaciones culinarias típicas en la comarca, al igual que ocurre en Galicia y, en menor medida, en otros lugares de España. Tanto es así que las citas gastronómicas se solapan y la agenda se satura. La cuestión no es si la elaboración se encarga a una empresa o la realiza el sector o grupo social que impulsa el evento. Lo fundamental es el respeto hacia ese producto o preparación y, por tanto, el nivel de exigencia en su ejecución.

Todos hemos visto barbaridades en este tipo de fiestas que llegan al extremo de incumplir la normativa higiénico sanitaria. Ya no te digo de una presentación con la estética y definición necesarias para transmitir los valores adecuados. Y lo hemos visto realizado por empresas y por el gremio de turno, es verdad que más en el segundo de los casos. Pero también hay eventos realizados con gran nivel en ambas fórmulas.

Hoy en día no debería haber lugar para mediocridades, mucho menos para atrocidades. Si unos mejillones se presentan sucios, al sol, servidos sin guantes, mezclando fríos y calientes, en recipientes poco higiénicos, mal elaborados y peor servidos, seguro que quien lo sufra no olvidará la experiencia y se irá a su terruño hablando pestes de producto y productores. Si se hace correctamente se marchará hablando bien, pero no se incidirá tanto como si se hiciese mal.