Luz

Maxi Olariaga LA MARAÑA

BARBANZA

03 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la portada de Fugas del pasado viernes, una foto de la poeta Luz Pozo Garza, iluminaba la tiniebla redonda que el mundo digiere forzado por la angustia de estas horas. La belleza de la madurez suprema bailaba como un remolino de agua limpísima en la mirada de la poeta viva más grande de Galiza.

Luz cumplirá en julio 95 años de una vida columpiada entre las cuerdas del arpa mágica de los versos, de las alegrías y de las penas hondas. La vi no hace mucho en A Coruña y contemplé un milagro. Su palabra es agua viva y su cuerpo tiene paso de ángel. No es una metáfora. Pude comprobar, y lo hará quien tenga fe en la redención a través de la poesía, que Luz camina sin pisar el suelo de las calles, de las avenidas y de las alamedas. Todo lo que Luz Pozo nos lega en esa entrevista, no se puede contar. Hay que leerlo. Hay que tocarlo con las manos limpias y desnudar los ojos descorriendo los velos de soberbia que los ciegan. Sería un sacrilegio leer las palabras de Luz sin arrepentirse antes de tanta y tanta prepotencia que nos tiene envenenada el alma. Sino es así, ni lo intente. No quiera contaminar más su espíritu. Luz Pozo, si se llega a su palabra desprendido de lo que uno pretende ser, lo redimirá para siempre y hará de usted un ser libre.

Todo lo que dice en la entrevista es importante. Quédese con la primera lección. Pregunta: A mellor decisión en case 95 anos? Respuesta: A de ser humilde. Síntoo hoxe máis que nunca. ¿Como podemos pensar que uns somos máis que outros? He ahí el gran pecado del mundo. La soberbia acabará con nosotros. Luz Pozo lo deja escrito. Y no es un verso suelto.