Aunque solo sea por la cara de ilusión de un niño, yo creo en los Reyes Magos. Aunque simplemente sea por el esfuerzo que hacen las personas a nivel privado y colectivo para que ninguno de esos pequeños pase la noche del 5 al 6 de enero sin sentir esa inquietud porque se haga de día para ver qué le han traído, yo creo en los Reyes Magos. Aunque sea por el trabajo de tantos centenares de personas para hacer las cabalgatas que recorren calles, carreteras y caminos extendiendo la magia de los personajes de Oriente que las Escrituras dicen que acudieron a venerar a un Niño humilde nacido en un pajar, yo creo en los Reyes Magos. Aunque únicamente me sirva esa fecha para recordar lo feliz que era cuando me encontraba un plato de uvas pasas en la ventana de mi casa y un juguete a su lado, yo creo en los Reyes Magos. Aunque solo sea por cuando me desvelaron el secreto que más quería descubrir, y que mayor frustración me produjo, yo creo en los Reyes Magos. Aunque simplemente sea por el milagro que hacían para que mi pobre madre consiguiera que nuestra humilde casa reluciera de ilusión en esa noche tan señalada, yo creo en los Reyes Magos. Aunque solo sea para transmitir a quienes denostan esta celebración que si ponemos todas las costumbres en solfa corremos el riesgo de perder nuestra identidad, yo creo en los Reyes Magos. Aunque únicamente sea por ese intercambio de regalos familiares que simbolizan intercambio de cariño y respeto, yo creo en los Reyes Magos. Aunque solo sea la última fiesta de las Navidades dominada por el carácter familiar que se manifiesta alrededor de una mesa o en visita obligada para ver que te han dejado en las otras casas, yo creo en los Reyes Magos.
Si a usted, querido lector, le pasa como a mí, ya sabe que también cree en los Reyes Magos, y si no cree en ellos, usted se lo pierde. Para vivir el 6 de enero como si nada, ya tenemos todo el año, por eso le sugiero que disfrute de la festividad, ya que, además, estará honrando a todos los que nos hacen y han hecho creer en los Reyes Magos.