Mejillón colorado

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

21 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días me he dado de bruces con unas cuantas pancartas y algunas inserciones de prensa donde se anuncia la celebración de la decimoquinta Exaltación do Mexillón de Galicia, que se celebra en Boiro este fin de semana; concretamente en Cabo de Cruz. Un anuncio escueto, con menos miga que una chapata. En resumen, paella el sábado por la noche con actuación musical y degustación el domingo con danzas. Así, en seco, que sin más enjundia parece poca exaltación. Lo dice quien tuvo la suerte de presenciar en Bantry Bay (pequeña población del suroeste de Irlanda, de 3.500 habitantes) una exaltación mejillonera que duraba una semana, con una agenda que contenía desde la participación activa de todos los colegios, desfiles, exposiciones, concursos, festival folk, jornadas gastronómicas y charlas divulgativas. Una excusa para sacar músculo un sector que aspiraba a ser un referente local. Sobra decir que su producción era muy pequeña comparada con la nuestra.

Pero es que a mayores, en el anuncio de esta degustación boirense se puede ver que ni siquiera están todas las organizaciones sectoriales del municipio. Al más puro estilo mejillonero: cada uno por su lado. Y me dan igual las excusas que pueda tener cada quien (una que oí no es de pena, es de lo siguiente y por tanto ni la reproduzco).

Una vez más podemos concluir que el principal peligro para el sector mejillonero son los propios mejilloneros, que disfrutan del privilegio que aporta un producto para cuyo cultivo no se necesita alimentación, la semilla es gratis y la energía necesaria mínima. Muy rentable aunque se haga rematadamente mal.