El detenido de Outes fue sospechoso de haber falsificado una quiniela

J. M. SANDE MUROS / CORRESPONSAL

BARBANZA

SANDE

Supuestamente cambió el sello y cubrió la apuesta cuando ya habían salido los resultados

23 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Las peripecias del outiense José Benito M. pasarían desapercibidas fuera del municipio, si ya, en plena madurez, no hubiese incurrido en posibles delitos relacionados con la violencia sexista. Su afán de protagonismo, sus graciosos chascarrillos, sus veladas de fiesta o sus garbeos no trascenderían más allá de su ámbito de conocidos, pese a que alguna de sus ocurrencias, además de graciosa, entraña atisbos satíricos. En este ámbito puede incluirse la supuesta suerte que tuvo con una quiniela que nunca llegó a existir y con la que dijo que había ganado una buena cantidad de dinero.

Los hechos ocurrieron hace ya unos años, coincidiendo con la época en la que regentaba un bar de su propiedad en Outes. Este septuagenario hizo correr, entonces, el bulo de que él era el único acertante de una apuesta deportiva. A la vez, aseguró a sus allegados: «Farei desfilar polo bar aos directivos de tódolos bancos da redonda». Así aconteció, y Benito, como es conocido popularmente, adquirió un prestigio inusitado al rodearse de la flor y nata de los empleados de banca no solo de la comarca, sino incluso de otras ciudades gallegas.

Como buen vecino, se comprometió de antemano con el empleado de una entidad financiera de Outes, al que llegó a decirle: «Déixaos vir, veremos que ofrecen, pero a quiniela irémola cobrar ti e máis eu á Coruña». Y así fue. Un buen día se citó con dicho empleado y ambos viajaron a la ciudad herculina. Allí, al parecer, entregó el boleto a este trabajador de una entidad bancaria con el que había alcanzado un preacuerdo para que lo depositase en la administración de apuestas del Estado. Mientras, José Benito M. esperó en el coche.

Un desenlace muy sonado

En el núcleo de A Serra aún hoy se preguntan cómo harían José Benito M. y su acompañante para no acabar detenidos aquella tarde en A Coruña, ya que este septuagenario, presumiblemente, había cambiado el sello del boleto a otra quiniela que, después de conocerse los resultados de los partidos, cubrió con todos los aciertos.

Pese a las diversas anécdotas de su vida, que después de los hechos punibles y recientes en los que ha recaído, se están reviviendo en Outes, nadie le considera capaz de causar daño. Y menos de atentar contra la vida de alguien. Quienes más le conocen afirman: «É moi celoso, pero todo canto facía, vinculado á relación coas parellas que tivo, era para reclamar a súa atención, evitar que o deixasen, ou expresar, á súa maneira, canto lles quería».

José Benito M., de 74 años de edad, fue emigrante en Suiza, de donde regresó con un patrimonio considerable, casado y con dos hijos para establecerse en Outes, donde adquirió un bajo y dos pisos de un inmueble en construcción. En la parte inferior del edificio abrió un bar, que al jubilarse alquiló. No obstante, siguió vinculado a la hostelería regentando la cafetería del centro social de Outes.

Diversos conflictos familiares en este período lo llevaron a abandonar todo tipo de actividad laboral, dedicándose únicamente al cuidado de algunos animales domésticos

Se comprometió con un empleado de banca a ingresar el premio

en su oficina