O Lagar se renueva en Xunqueiras

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

El carismático restaurante de A Pobra ha cerrado en el lugar donde se fundó y ahora atiende a sus clientes bajo la torre del monumento histórico artístico

08 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Del príncipe Felipe a Julio Iglesias, sin dejar de lado a Manuel Fraga o el mismísimo Antonio Machín. Estos son algunos de los populares comensales que a lo largo de 40 años pasaron por el carismático restaurante O Lagar, de A Pobra. Ahora, ha llegado el momento de pasar página. Los propietarios, Santiago Pouso y Ana Buceta -un matrimonio entrañable-, han decidido apagar los fogones del que fue su negocio para que dos de sus hijos, Javier y Pablo, lo asuman renovando el formato y el escenario, pero no la calidad que siempre caracterizó a este referente de la gastronomía barbanzana.

El pazo Torre de Xunqueiras ya es su nueva casa profesional. El que fue uno de los escenarios en vida de Valle-Inclán, es ahora la sede de su negocio. Además de bodas, que ya llevan un tiempo organizando en un espacio habilitado en la parte trasera de esta casa señorial, Javier y su mujer, Vanessa Méndez, gestionan desde hace pocos días una taberna. «Siempre nos gustó este formato de la hostelería. Ahora son tiempos difíciles y creemos que el futuro pasa por renovarse y adaptarse a la situación actual», explica el mismo Javier, que contará con la ayuda de su hermano Pablo para la organización de los grandes eventos en el salón habilitado para este fin.

Para llegar hasta aquí, estos dos hermanos han pasado toda su vida entre fogones. Su padre, Santiago, tras emigrar con 15 años a Barcelona y trabajar embarcado de cocinero durante años por medio mundo, regresó a su pueblo natal para montar ese icono de la cocina comarcal que es O Lagar.

Empezar de cero

El inicio, como en muchas otras empresas, «fue difícil», explica Santiago. Con la ayuda de su mujer, que aprendió a moverse en la cocina de la mano de su marido, el restaurante fue cogiendo fama. «Cuando llegamos en 1972 no había ni luz, ni agua ni asfaltado en la calle. ¡Incluso hicimos nosotros la zanja para la traída!», recuerda ahora este veterano hostelero, ya jubilado «y preparado para disfrutar de los nietos con mi mujer».

Son muchas las anécdotas que Santiago aún conserva. «Recuerdo cuando en la época preconstitucional Fraga tenía reuniones clandestinas en el restaurante para organizar Alianza Popular. También de cuando vino Julio Iglesias siendo un cantante desconocido que actuaba por los pueblos. Desde entonces han pasado muchos años de duro trabajo. Ahora les toca a nuestros hijos seguir bregando».

Javier y su mujer han diseñado una completa carta a base de tapas y platos, que pueden acompañarse con más de cincuenta vinos diferentes. «Los precios son populares, desde cinco euros la ración más barata, hasta 16 la más cara, que es jamón ibérico. Fuagrás con reducción de vino tinto o salmón con mostaza y almendras son algunas de nuestras ofertas. Además, tenemos menú diario por 12 euros». Lo que parece claro es que la nueva generación de O Lagar quiere, por lo menos, que el negocio cumpla otros cuarenta años más.