El precursor de la movida

La Voz

BARBANZA

Xosé Manuel Villaverde Rivas, «Kukía»

18 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Violeta Parra se murió de pena y desamor con la esperanza, incumplida en una canción, de Volver a los 17 . Ayer, escuchándola, enredado en su voz y en el arpa de su hermano Nicanor, me llevó a una mesa con mantel de hule de cuadritos rojos, en un viejo ultramarinos del Calvario donde la señora Matilde nos preparaba la fórmula mágica que había descubierto Javierito Agrafojo. Zamburiñas en lata y copita de Aníbal. Los hermanos Villados, Rafa Gregori, Alfonso Baltar y Poncho Roig, mientras sopeteábamos la salsa, salvábamos al mundo aplicando a Marx y al Sartre de La náusea . Los primeros chéster sin filtro dibujaban tabaco de verdad en la maciza bombilla de 25 vatios. Pero la señora Matilde se hacía vieja y mandó llamar a Barcelona a Xosé Manuel. Fecha clave en el devenir de Noia, agosto de 1964. De la noche a la mañana, el viejo ultramarinos, desplomado sobre la acera, abrió su puerta a la luz toda y con un toque de varita de Harry Potter Kukía , se tragó nuestra última infancia, a Sartre y a Marx. Sólo salvé el Bonjour tristesse de la Sagan. Luces de colores, copas y vasos de todos los tamaños, barril de cerveza y una rutilante sinfonola que por dos pelas te traía a Pétula Clark, a los Rolling o a los Pekenikes. Tras la barra, Xosé Manuel, paso corto, agilísimo, traía y llevaba trasiego a docenas de personas surgidas de un día para otro de ninguna parte. Y la estrella. ¡Cuba libre!. Eso trajo Kukía de Barcelona. Entre que era una delicia la mezcla de ron, cola y hielo y la impunidad que entonces te permitía vocear ¡Cuba libre! sin que te atizara el guardia, aquella fórmula se vació como un torrente en los sumideros vía riñón. Así rindió su pabellón la gaseosa de bolicha. Pero había algo más. Se cortaba en el aire, viajando como una nube sobre las cabezas de la clientela, el obsesivo deje de aceite hirviendo... ¡Claro, el pollo frito!. Antes, mucho antes de que Ramoncín distinguiera el ala de la pechuga, ya era Xosé Manuel el rey del pollo frito . Las raciones iban en procesión de la cocina a la barra y de la barra a la mesa. Calamares, pimientos, gambas... ¡Dios santo qué desmadre de gula! Tiene, pues, Xosé Manuel el mérito de los innovadorees, la osadía de los descubridores. Con Kukía, Noia sufrió, o ganó, la voltereta más espectacular del toro del tiempo al que pocos años después remató Os Pasales con el pase de la firma y media que basta. Desde entonces nada volvió a ser lo que era. Pero puedes volver a los 17 cuando quieras. Charla un rato con Xosé Manuel y en sus ojos, anidadas entre sus pestañas, bajo esos toldos de mil y una noches, estarán las primeras novias, los primeros besos y la lucecita encendida que delata que una vez quisimos cambiar el mundo. El cuba libre de Kukía cambió nuestra historia. Pero yo, cuando paseo la alameda de mi alma, aún veo a Javierito haciendo sopas en la lata y a los demás esperando el turno pal chester . Nada ha cambiado. Cada mañana sigo diciéndome... Bonjour tristesse...